Diez minutos para olvidar en Barraña

A. Parada RIBEIRA / LA VOZ

BOIRO

CARMELA QUEIJEIRO

Al Boiro se le escaparon los tres puntos en los últimos compases de un igualadísimo duelo en el que los de Yago Iglesias supieron esperar su momento

12 nov 2018 . Actualizado a las 11:39 h.

Barraña albergó ayer un duelo de viejos conocidos que hizo honor a todo lo que se había prometido. El Boiro de Rubén López se vio las caras con el Compostela de Yago Iglesias en un igualado encuentro en el que los locales vieron esfumarse dos de los tres puntos en los últimos compases de la segunda parte (1-1). Hubo gritos, suspiros, lamentos y sonrisas, pero sobre todo, hubo buen fútbol.

Los barbanzanos recibieron a uno de los claros candidatos a llevarse la liga con un planteamiento de juego que su técnico ya había adelantado que sería la única forma de plantar cara a los santiagueses. Bajo un control exhaustivo de los huecos y aprovechando cualquier minúsculo error, transcurrió una bella primera media hora en la que los grandes rostros del día no tardaron en destacar.

Por parte del Boiro, Lezcano y Carlos Romero supusieron un auténtico quebradero de cabeza en la banda rival, conjunción que encajó perfectamente con un Changui y un Ángel que se entendieron magistralmente a la hora de generar peligro en la cocina visitante. Por parte de los compostelanos, Brais Abelenda , junto a un Álex Ares intratable, se impuso como el jugador clave a la hora de estructurar las jugadas que inevitablemente se transformaban en oportunidades. A pesar de todo, ambos conjuntos se marcharon a los vestuarios con el marcador intacto y la Bella ciao sonando de fondo.

Los goles

Tras un regreso salpicado de imprecisiones por parte de los dos equipos, los boiristas recondujeron el partido y tras un par de intentos llegaba la recompensa con el minuto 51 en el cronómetro. Changui encendió la mecha al dejársela perfecta a Ángel, que tras recortar y ejecutar media ruleta se fue de dos. Dentro del área, la devolvió al presidente del Boiro para volver a recibirla y fusilar ajustándola al palo derecho. Tocó en Casas, pero el gol ya estaba sentenciado.

Yago Iglesias no tardó en reaccionar y reconfiguró el esquema llamando a filas a Miki y a Samu, una elección acertada en vista de todo el trabajo que Rodri tuvo que atajar en la portería local. Entonces, tras varias intentonas, se consumó el temor del desgaste y ni la presencia de un férreo Borja Outeiral salvó el fusilamiento de un rechace que Piscu transformó en las tablas a falta de un cuarto de hora para el final.

Cual decorado hollywoodiense, al empate le sucedieron diez minutos de lluvia intensa que les sobraron tanto a unos como a otros -a falta de cinco minutos para el final, la afición boirista estalló al reclamar un penalti a favor de los locales que el árbitro no vio- para disparar los últimos cartuchos en los seis del descuento. A pesar de haber intensidad por ambos, todo se quedó en pólvora mojada y despedidas.