Catilinaria

carmen alborés EN CALMA

BARBANZA

10 may 2025 . Actualizado a las 05:05 h.

¿Hasta cuándo Catilina abusarás de nuestra paciencia? Esta es la famosa frase que fue pronunciada por Cicerón en el senado romano. Precisamente senado viene de sénior, mayores, que eran los que gobernaban en la antigua Roma. Yo no pretendo escribir una Catilinaria, pero nuestra paciencia también muestra signos de agotamiento. Veo a gente bastante mayor, inteligente, con un saber inmenso, (que para sí quisieran muchos jóvenes de hoy en día), dirigirse a estos jóvenes empleados en pequeñas oficinas de las grandes compañías de telefonía móvil, y observo que a veces son atendidos con cierta desgana y resignación, como si explicarle las cosas requiriese una gran dosis de esfuerzo y de paciencia por su parte.

Estas personas mayores son una pléyade de marginados digitales, que fatigan a las empleadas, a sus conocidos, a sus nietos, buscando ayuda para resolver las múltiples complicaciones de un mundo digital abrumador, no comprenden que sus dedos ya no son muy hábiles, su vista escasa, su memoria frágil, y que temen tocar cualquier tecla, quedar bloqueados, no poder abrir una aplicación, o entrar donde no desean por miedo a ser estafados. Me duele ver a gente mayor mendigando para abrir con éxito aquel WhatsApp que una amiga le envió y que dicen que es muy gracioso. No hay derecho, es tremendamente injusto, lo digitalizan todo, dejando tirados en la cuneta a la “gente analógica”. Pedir una consulta médica es casi imposible, antes te envían a su página web, te piden que te registres y si al final no lo haces, el robot te despide con un “lo sentimos”, o bien al final si no contestas hay algunas compañías que te dicen “no se retire, le pasamos con un agente” ¡qué gran comprensión por su parte¡ y por fin hablas con una persona, aunque esta te reenvíe a otros teléfonos. Muchos mayores al hacer uso de algunos servicios los empleados le sugieren que descarguen tal o cual aplicación, para su mayor comodidad dicen…

Por la calle muchos mayores se cruzan con jóvenes que van como zombis digitales mirando su teléfono, con los auriculares puestos, y que solo se apartan de su camino cuando ya los tienen encima, sospecho que estos padecen una tecno dependencia al contrario que muchos mayores que padecen una tecno fobia al mundo digital. ¡Me encantaría leer una quinta catilinaria escrita por Cicerón sobre estos tiempos¡