Difuntos

José Antonio Ventoso VIDA DESDE FUERA

BARBANZA

11 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando lo del Prestige, el alcalde de Ribeira fue agredido en Aguiño. El duelo y el agotamiento pueden explicar los incidentes a las autoridades, pero no justificarlos. El regidor recibió las protestas en nombre de todos aquellos que no se habían atrevido a estar. Ninguna negligencia puede disculpar los insultos y el lanzamiento de barro al Rey o el intento de agresión al presidente del Gobierno por dar la cara en Valencia. Tras docenas años del capitalismo del desastre en incendios, huracanes, guerras, ataques terroristas y colapsos financieros, ahora estamos con sus consecuencias. El reverso es la utopía del desastre: una ventana abierta ante la crisis. La cura no está en la indignación, ni en la ideología, sino en los esfuerzos por ayudar a los vecinos.

Hay que comprender la indignación para entender el porqué, pero eso no implica justificar. No importa solo la brutalidad cierta de la indignación, lo urgente es atender esa realidad y comprenderla. La ventaja de los nuevos ultras es su olfato para descifrar y acceder a esa caja negra de las emociones y orientarlas contra el Estado democrático.

En la tragedia de Valencia se dan serios elementos para protestar. Los afectados sufren una clara desigualdad económica, al pertenecer a ciudades convertidas en barrios pobres de Valencia. Más allá de las medidas económicas de restauración y rehabilitación late un modelo de sociedad que enfrenta su idea de libertad con la de responsabilidad y solidaridad compartida. Las desgracias golpean con más fuerza a quien menos tiene. Los fallos de información se debieron en gran parte a que las autoridades autonómicas antepusieron los intereses empresariales de no parar la actividad económica a la seguridad de los trabajadores. Eso no es excusa para no escuchar las protestas.