«Decía Sartre que no hay que desanimar a Billarcout, no hace falta contar ciertas verdades a la clase obrera»
02 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.l verano ya se ha ido y nadie recuerda como ha sido. En política se anunciaba el fin del mundo porque se rompía Cataluña por el tren del terror que transportaba: indulto amnistía y financiación singular. Ganó el socialista Illa y se fue a Roma a saludar al papa. Él dice que es cristiano, otros que acudió en petición de un milagro para gobernar esa tropa.
Desde el franquismo, el verano es noticia por el número de turistas, el Tour y la Eurocopa. Este año se sumaron los Juegos Olímpicos. Unos veranos toca sequía y procesión, otros procesión y lluvia, comprensible cuando los días festivos fueron el Apóstol y la Asunción de la Virgen. En los Juegos de París España quedó a años luz de países de su nivel de renta o habitantes. Tenemos cinco mil kilómetros de costa y casi se nos ahogan los nadadores. En remo se rayó a gran nivel, sobre todo los gallegos. El fútbol femenino fue la gran decepción. A la seleccionadora la competición le vino grande y se le cayó el equipo, solo la calidad de las jugadoras impidió un mayor y más sonoro fracaso. La imagen del maratoniano Taric vomitando y arrastrándose para llegar a la meta nos recuerda la dureza de la competición y el enorme esfuerzo de tantos atletas que dedican su vida a competir y ponen su esfuerzo al servicio de nuestros sentimientos.
Es difícil ganar una medalla, máxime en España, con un desorden deportivo en aumento donde nadie sabe quién planifica ni qué planifica ni para qué. Los pitagóricos decían que las cosas existen porque están ordenadas, porque en ellas se cumplen las leyes matemáticas de la armonía y el equilibrio. En España eso es inexistente.
Decía Sartre que no hay que desanimar a Billarcout, no hace falta contar ciertas verdades a la clase obrera.