«Seguía reafirmándome en que lograba capear el paso del tiempo con desenvoltura y naturalidad. Pero no»
06 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Durante mucho tiempo me he resistido con empeño a admitirlo. Me he ido adaptando, cambiando la forma de vestir según las modas, incorporando nuevas herramientas a mi día a día, llámense redes sociales, aparatos tecnológicos o programas informáticos para trabajar. Y seguía reafirmándome —con el inestimable apoyo de mis amigas del alma— en que lograba capear el paso del tiempo con desenvoltura y naturalidad. Pero no. Me hago mayor. Que tragedia.
De golpe y porrazo he descubierto el abismo generacional que me separa de los jóvenes. El problema no es suyo, es mío, que me hago mayor, que no es lo mismo que cumplir años. Hacerse mayor es sentirse un tanto desubicada en un mundo que cambia a la velocidad de la luz y no saber muy bien de dónde sopla el viento. Como el pantano barométrico en el que está ahora Galicia, donde no dominan ni las altas presiones ni las bajas, pues lo mismo, un día eres joven y al siguiente estás en la mediana edad, que no es ni una cosa ni la otra. Y pasan cosas que no entiendo.
No comprendo Tiktok ni por qué atrae a millones de personas. Veo a preadolescentes con móviles de última generación manejándolos como si hubieran nacido con ellos en la mano y utilizándolos para comunicarse con un amigo que está sentado a su lado, y me quedo pasmada. Escucho la música que triunfa en festivales como O Son Camiño, a J Balvin y Ana Mena, a Lola Índigo y Rauw Alejandro, y no entiendo lo que dicen. Y si entiendo algo me escandalizo con las letras. Y eso de que en un concierto no haya músicos ni cantantes no me cabe en la cabeza... Suena impopular, lo sé, pero es que me hago mayor.