Un lío espantoso, cosa de los americanos. Se dieron prisa en prescindir de los hombres fuertes de los países árabes. Ahora el Mediterráneo está dividido: el sur en llamas desde Ucrania, Turquía Rusia, Siria, Israel, Egipto Argelia Túnez y Libia, mientras el norte recibe los embates de los refugiados que huyen de un cementerio. Tenemos que vérnoslas con un mundo que se ha vuelto loco y no tiene idea de que hacer, salvo resucitar a los dictadores depuestos. El gran fracaso de Israel no ha sido tener un gobierno ultranacionalista deseoso de vaporizar a los palestinos, llenos de odio, y a sus jóvenes pobladores sin presentes ni futuros que viven en una ratonera. ¿Quiénes son los buenos? Hago mía la reflexión de un experto: «Es posible y no contradictorio estar en contra de la ocupación de Palestina y de los terroristas de Hamás, estar en contra de la masacre de los israelíes y de su gobierno de fanáticos pirómanos ultra».
España llena de humo arrastrado por los vientos de Oriente que asolan el Mediterráneo y amenazan con extender el conflicto desde Portugal a Chipre. La atmósfera es cada vez más irrespirable, densa por el humo de bombas y justificaciones y expuesta a una deflagración política.
Es ridículo intelectualmente e inasumible democráticamente que una matanza en Oriente se transforme en ariete de la derecha para reclamar elecciones. ¿Qué pensaríamos si cuando nos golpeaba ETA con sus atentados asesinos los distintos gobiernos decidiesen responder bombardeando el País Vasco y matando a mujeres y niños?.