María José Sampedro, creadora que pinta sobre platos de madera del pulpo: «Mi arte busca conectar con la gente»
BARBANZA

La sonense pinta platos de pulpo para decoración y hace prendas de vestir a mano
12 sep 2023 . Actualizado a las 22:56 h.Últimamente están muy de moda los espacios asépticos, casi huérfanos de elementos visuales. Las cuentas de decoración de redes sociales como Instagram y Facebook están llenas de habitaciones con paredes blancas y pequeños adornos de colores tierra, a lo sumo, con alguna muestra de macramé colgando de alguna estantería. Lejos han quedado los años de la psicodelia sesentera en la que los patrones coloridos y sin sentido eran los reyes de los estampados.
Las obras de María José Sampedro, una vasca más sonense que algunos vecinos del propio municipio, parecen recordar de alguna forma aquella manera vibrante de representar las emociones. Para ella, crear es dejarse fluir, por eso cada una de sus pinturas empieza con un conjunto de manchas casi aleatorias que poco a poco empiezan a conformar una figura definida: «Cada una me pide un diseño diferente, me da mucha libertad».
Cuando deja que sus dedos bailen la melodía que deseen sobre sus particulares lienzos, que son en realidad platos de madera para comer pulpo, acaban surgiendo creaciones únicas y surrealistas, como fondos marinos de colores en los que habitan ballenas y todo tipo de animales acuáticos: «Me inspira mucho la fuerza de la naturaleza».
La barbanzana reflexiona sobre el significado de sus obras y admite que «mi arte busca conectar con la gente corriente». Para ella es importante que el público se pare a mirar lo que hace y, a parte de sentir alegría y emoción, sienta también la necesidad de pensar en el daño que hacen algunas acciones humanas al planeta. «Últimamente estoy pintando muchas ballenas, lo que me gustaría es que la gente se escandalizase al escuchar en la televisión que en otros países permiten matarlas solo para que unos pocos se hagan aún más ricos».
Con su característica voz pausada, que provoca un efecto calmante en quien la escucha, explica que sus obras no están hechas para los grandes gurús de la industria del arte sino para que las entiendan las personas de la calle: «No tengo esa aspiración, prefiero venderte un cuadro más barato y que te lo lleves contento que meterme en ese mercado, yo soy del pueblo y para el pueblo».
Desde niña
Esta forma de ver la creación plástica como una manera de darse a los demás es algo que la ha acompañado desde pequeña, cuando ya tenía claro que quería dedicarse a algo creativo: «Siempre se me dieron bien todas las tareas relacionadas con la pintura». Tanto es así que estudió varios ciclos relacionados con el arte y hasta el de Patrón de Costa Polivalente, aunque ese fue más bien por curiosidad: «Lo tenía al lado de casa y pensé que podía ser muy divertido».
Su gran suerte llegó cuando a los 35 años, con la ayuda de sus padres, pudo permitirse estudiar la carrera de Bellas Artes en Pontevedra. Todas aquellas clases y trabajos que para algunos alumnos eran una carga, ella las veía como una manera de disfrutar el día al 100 %: «No tengo palabras para definir lo feliz que fui allí».
La barbanzana, que se pasaba horas en la facultad, piensa que lo mejor de la formación no fueron solo los contenidos, sino el trato cercano y profesional del equipo docente. «Fue una época de pasión, de maravilla», apunta. Sampedro, que también hace prendas de vestir, entre las que destacan bragas para el cuello, admite que no es fácil vivir de hacer lo que le gusta y que hace poco que ha empezado a recibir ingresos por sus creaciones: «Hay veces que las tengo a un precio determinado y la gente me dice que no, que eso es muy poco, que tengo que venderlo más caro, estoy teniendo mucha suerte con la gente que me encarga cosas».
Aunque pueda parecer simple transformar un plato para comer pulpo en algo capaz de despertar las emociones humanas más profundas, lo cierto es que todo lleva un largo y complicado proceso en el que dejar secar los materiales alarga las jornadas de trabajo, que a menudo empiezan de madrugada: «A veces me levanto a las 4.00 horas, miro las redes sociales y empiezo a pintar a las cinco o las seis hasta el mediodía. No me doy cuenta de que pasa el tiempo».