El mando exige responsabilidad. Quien manda, debe responder de sus decisiones. Y la responsabilidad consiste, entre otras cosas, en asumir las consecuencias de las decisiones.
En noviembre del pasado año, el Secretario de Organización del PSdeG-PSOE, a su vez miembro de la Comisión Federal de Listas, decidió que en los ayuntamientos de Ourense, Narón y Ribeira, no hubiese primarias para elegir el candidato a la alcaldía. Las razones por las que adoptó tan drástica medida no fue explicada a la militancia, por lo que se creó un clima de desapego al partido socialista en las tres localidades en cuestión.
Para los militantes y simpatizantes socialistas —y me refiero más concretamente a los socialistas de Ribeira, por ser algo que me es cercano— resulta difícil de entender una decisión tan drástica, por mucho que esté contemplada en los estatutos para casos excepcionales. «Temos unhas normas e aplicámolas sen máis», se limitó a decir entonces el secretario de organización a preguntas de los medios, como si los militantes y simpatizantes fuesen unos pipiolos políticos. Y así sucedió que tal decisión, sino en su totalidad, fue una de las causas principales de que bajase el voto socialista en las tres ciudades señaladas.
En Ourense se perdieron 4.048 votos, bajando de 9 a 6 concejales. En Narón, con 190 menos, bajaron de 3 a 2 y en Ribeira, tan solo se consiguieron 982 votos, frente a los 1.570 de las anteriores elecciones, quedando con un solo concejal.
Los militantes dicen desconocer cuál ha sido el análisis de la alta dirección política del PSdeG en relación a la debacle electoral (así, sin paños calientes), acaecida en la mayoría de los ayuntamientos gallegos; pero sería bueno que, del mismo modo que esas normas se aplicaron con la prepotencia del «sen máis», también los militantes y simpatizantes tuvieran el derecho a ser informados del análisis de la campaña y conocer así la responsabilidad en las decisiones del secretario de organización y de otros si la hubiera.
El PSOE perdió en toda España —alegarán— pero en Galicia poco más que Vigo se salvó de la quema; y hasta se perdieron votos en la Diputación, cuya presidencia ostenta el secretario general; quién, por cierto, perdió 940 votos y 5 concejales en As Pontes, donde es regidor.
Mucho me temo que, además de la falta de sintonía con la militancia, otra de las razones de la debacle radique en las tradicionales luchas intestinas del PSdeG que enfrentan a las camarillas del norte frente a las del sur, en contraposición al claro liderazgo de otras fuerzas políticas a nivel gallego. Díganme: ¿Sabe usted quién manda en el PSdeG?
Pero tal como están las cosas, hasta es posible que los máximos responsables de las recientes elecciones municipales, resulten premiados por su gestión, aupándolos a puestos de mayor responsabilidad en los cercanos eventos electorales. Cuanto más arriba se está, más cuesta asumir la responsabilidad en un PSdeG-PSOE carente de liderazgo.