Los neones fundidos de las discotecas: así fue el fin de la potente movida de Barbanza

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Muchos locales y pubs fueron convertidos en negocios al uso o derruidos para la construcción de nuevas viviendas

29 abr 2023 . Actualizado a las 20:08 h.

Las noches barbanzanas ya no brillan como antes. Es un hecho: hosteleros y dueños de salas de fiestas de toda la comarco coinciden en que sigue habiendo marcha en la zona, pero no como la de la época del bum de zonas como Ribeira o Boiro, donde cada fin de semana se daban cita miles de jóvenes para disfrutar de la noche.

Muchos recuerdan con un toque de melancolía las grandes discotecas ribeirenses, como Tótem, Tuti Fruti, Samba, Claqué, Top, Hesta Kurva o la sala de baile de Coroso, que llegó a acoger a grandes artista de la época de la talla de Camilo Sesto. ¿Pero cuál ha sido su destino final?

Uno de los casos más conocidos es el de Hesta Kurva, que fue demolida hace unos meses para la construcción de un centro para personas mayores. Otro es el de la Tótem, cuyo edificio permanece cerrado a la espera de reconvertirse en un local de ensayos para alumnos de ballet.

Boiro fue otro de los epicentros de la movida, y a día de hoy se ha convertido en la zona con más actividad nocturna de la comarca. Las más conocidas de su época fueron Suki, Dike, Disco 3, Tonos, Dogma, Frama, Scream, aunque muchas fueron rebautizadas varias veces como una manera de reinventar el negocio y evitar su hundimiento. Tonos, una de las más céntricas, permanece cerrada sin uso conocido en la actualidad.

Algo parecido pasó con el Paraíso de Muros, que acabó convertida en un supermercado, así que ahora muchos hacen la compra donde conocieron al amor o amores de su vida. Una de las últimas en cerrar fue la Nic Bahía, en Muros, que apagó las luces hace siete años más o menos para convertirse en una ferretería.

Noia también vivió la fiebre del sábado noche con locales míticos como la sala de fiestas Os Pasales y pubs y discotecas como Mandingo, Prismas, Cus Cus y Zona Sur, de las que muy pocas continúan dando guerra discotequera. Atrás quedan también los buenos tiempos de la Bumerang de A Pobra, cuya estructura fue derruida en 2021 como parte del proyecto de reforma del espacio del paseo de O Areal. Casi la misma suerte corrió la Zorba , que acabó siendo ocupada por diferentes negocios.

En todas partes

Mazaricos, aunque relativamente pequeño, también vivió su momento de gloria fiestera con salas como A Picota o Pino de Val. Uno de los últimos pubs en cerrar sus puertas allí fue el Gorrion's, que fue reconvertido en 2018 en un conjunto de apartamentos turísticos. Rianxo también sucumbió en su época a los encantos de la noche. Grandes bolas de discoteca brillaron durante interminables veladas en Os Ánxeles y la Regata, instaladas en las inmediaciones de Tanxil.

Caso parecido fue el de Outes, que lejos de quedarse fuera del círculo, experimentó unos años de bares y pubs llenos en el casco urbano de A Serra, donde el Agro das Mozas tomó especial relevancia. Algunos hosteleros aún recuerdan el brillo del Long Play de Carnota, que abría sus puertas incluso los jueves y que a día de hoy ha acabado siendo un garaje particular en el que los dueños meten el coche donde antes otros metían fichas.

No solo los más fiesteros echan de menos las horas de baile, también los que están detrás de la barra añoran los tiempos en los que cerrar tarde suponía poner el candado a las 5 y no a las 8 de la mañana. Javier Gómez, gerente del mítico Cúpula de Ribeira afirma que «hai que incentivar que a xente saia cedo».

noches inolvidables

«Saíamos ás nove ou dez da noite»

Uno no tiene por qué ser joven para disfrutar de la noche, pero bien es cierto que las aventuras de la adolescencia son las que nunca se olvidan. Así lo demuestra Conchi Núñez, una vecina de Porto do Son que recuerda a la perfección la fuerza de la movida barbanzana, sobre todo en Ribeira.

Los bailes hasta el amanecer y las miradas con segundas intenciones abundaban en la pista de baile: «Moitas das miñas amigas coñeceron aos seus maridos na Tótem» y que antes «saíamos ás nove ou dez da noite ata que o corpo aguantara».Cuenta que había diferentes horarios, según el tipo de música que sonaba, así que heavies, amantes de la música latina y fans del pop español podían acudir al pub y tener siempre un rato para desmelenarse y cantar a viva voz sus temas favoritos. También recuerda todos los locales que estaban abiertos en la zona del callejón, como el Ventos, el Delirium Tremens o el Green.

Los clientes de este último era fáciles de reconocer, según la barbanzana, ya que usaban atuendos llamativos. Por el contrario Cactus, piensa ella, «era para os pijos». Recuerda que la última parada era la zona de As Carolinas.