
El primer caso se registró el 14 de marzo del 2020 y el primer fallecido, el 29
16 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Hace ahora tres años comenzábamos a asimilar lo que suponía un estado de alarma y un confinamiento total. Aun así, nadie esperaba estar varios meses encerrado en casa, pudiendo salir a lo básico, y después pasar unas fases en las que nos limitasen los horarios. La irrupción del coronavirus provocó silencio en las calles y miedo en la población. En Barbanza, el primer caso conocido, un varón de 59 años, trascendió el 14 de marzo del 2020.
El 21 de ese mes el hospital comarcal ingresó al primer contagiado con el virus y una semana después, se contabilizó la primera víctima mortal en la zona, un vecino de Lampón de 79 años. En la primera ola, cinco personas más fallecieron en el complejo ubicado en Oleiros. A partir del mes de junio, la Consellería de Sanidade optó por hospitalizar a los infectados del área sanitaria en Santiago.
Los brotes, inevitablemente, fueron apareciendo, vinculados a varios viajes organizados por el Imserso a distintas zonas de Cataluña, Benidorm o Almería. Con todo, Barbanza fue capeando el temporal en los compases iniciales de la pandemia sin que se disparasen en exceso los casos. Así llegó el primer verano condicionado por el covid, que dio un pequeño respiro alterado por diversos brotes en varios municipios. Fue el instante en el que la población empezó a familiarizarse también con las PCR y los cribados poblacionales, que sacaron a la luz miles de positivos.
Cierres perimetrales
Cuando los contagios volvieron a descontrolarse, la Xunta decidió aplicar medidas restrictivas en los concellos según la incidencia del virus. Aforos limitados en establecimientos, principalmente en la hostelería, bares únicamente trabajando las terrazas y con las barras cerradas, horarios de apertura acotados... normas que repercutieron negativamente en muchos negocios, y que generaron muchas protestan, intentaban contener la transmisión del virus. La restricción más dura fue la del cierre perimetral, que aislaba a los municipios ya que impedía la entrada o salida de los mismos salvo causas justificadas.

Boiro fue el primero de Barbanza en sufrir esta medida. El encierro comenzó el 5 de diciembre del 2020 y se prolongó hasta finales de febrero del 2021. Una época muy dura, como reconocían los propios vecinos, que no veían la luz al final del túnel. La localidad boirense abrió un camino que luego fueron siguiendo el resto. En A Pobra vivieron con el nivel máximo de restricciones en varias ocasiones casi consecutivas entre abril y junio del 2021. Algo que, incluso, provocó que vecinos y hosteleros salieran a la calle a manifestarse, en una acción promovida por el gobierno local.
Residencia de Ribeira
Uno de los períodos más críticos tuvo lugar a comienzos del 2021, cuando comenzó un brote en la residencia de mayores de Ribeira que causó estragos. El centro había sido hasta el momento un bastión, ya que en las anteriores olas había conseguido resistir sin que se infectasen usuarios o trabajadores. Pero llegó el temido momento y se vivieron 35 días de mucha dureza y tensión.
El balance fue muy negativo, a pesar de que podría haber sido peor. Con más de cien contagiados, entre usuarios y personal, el saldo de víctimas mortales alcanzó los 15 mayores. Al año siguiente, ya con la vacuna muy extendida, la situación no tenía nada que ver y se respiraba más tranquilidad, aunque como apuntó en ese momento el director de la residencia, Miguel Alamancos, el miedo continuaba.
La vacunación
Cuando el 2020 encaraba su recta final llegó el inicio del ansiado proceso de vacunación, con, precisamente, las residencias como prioridades. Más de medio millar de usuarios y trabajadores recibieron el primer pinchazo que, posteriormente, se fue extendiendo al resto de la población. Un año después, el 92 % de los barbanzanos ya tenían al menos una dosis de la fórmula.

Hoy en día, cuando ya se han puesto varias de refuerzo, en todos los concellos de la comarca salvo en Carnota, más del 90 % de los vecinos tienen la pauta completa. La inmunización supuso el comienzo de un camino hacia la normalidad que fue largo y tedioso. Ahora, como confirma Chus Domínguez, internista del Clínico, «además de las vacunas hay antivíricos, conocemos las fases de la enfermedad y como abordarla. Sigue habiendo casos, sobre todo de personas que no se han vacunado y otras más vulnerables».
Lejos quedan ya los tiempos en los que como recordaba Isabel Dieste, subdirectora de enfermería de Barbanza en el 25 aniversario del hospital comarcal, en los que, partiendo de cero, pusieron en marcha «el autocovid, la realización de pruebas diagnósticas, el transporte de muestras... había que montar todo de ya para ya».

Viviendo en la normalidad, hay contagios pero menos y con menores consecuencias. En el área sanitaria de Santiago y Barbanza, desde el inicio de la pandemia han fallecido 555 personas y se detectaron 111.081 positivos después de haber realizado más de un millón de pruebas diagnósticas.