Obediencia debida

Carmen Alborés. BUZÓN DEL LECTOR

BARBANZA

17 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Casi nunca invoco a las Furias, tres personajes femeninos que según la mitología griega personificaban el castigo y la venganza. Eran muy temidas por los humanos, pero estando yo enfurecida las llamé y acudieron en mi auxilio.

Un día alguien me enseñó un extracto bancario, no en aquellas cartillas de ahorro de siempre, la típica libreta del banco, sino un simple y cutre tique de papel, correspondiente a un cliente que solo ingresaba una pequeña cantidad para hacer frente a los gastos del teléfono y de la luz. El cliente no tenía un nómina e ingresaba cuando podía, entonces el banco empezó a cobrarle comisiones por todo (los descubiertos, el mantenimiento), de tal manera que una vez ingresó cien euros y tras aplicarle las comisiones aún quedó debiendo tres. Pagaba más al banco que por las facturas.

Entonces llamé al director, le afeé ese abuso, le dije que las comisiones se las cobraban solo a los pobres, no a los ricos. Él, cómo en el juicio de Núremberg contra los criminales de guerra, alegó «obediencia debida» a sus superiores para eludir así su responsabilidad (en el caso de Núremberg pagaron igualmente sus culpas).

Entonces cargué mi honda, como David frente al gigante filisteo Goliat, y empecé a tirarle piedras en forma de amenazas, le dije que yo podría denunciarle ante el Instituto Galego de Consumo, ante el Valedor del Pueblo, ante el Banco de España, incluso subirlo a mis redes sociales. Fue entonces cuando le doblé el brazo al director y le obligué a devolverle al cliente todo el dinero sustraído y a prometerme que no le cargaría más comisiones. Después, como buenos amigos, acabamos sellando la paz.

Aún hoy no sé cuál de las cuatro piedras le dio en la frente y como al gigante, lo derribó. Supuse que mi cólera se la debía a las tres Furias, le di las gracias y al marcharse puse atención y escuché que decían repetidamente: «Sí se puede, sí se puede...». Las injusticias son en sí mismas la principal causa de acusación, las que hacen que nos revelemos. Carmen Alborés. Outes