A Fervenza, un lugar privilegiado para avistar a las nómadas del viento

Xoán Ramón Alvite Alvite
X. R. ALVITE MAZARICOS / CORRESPONSAL

BARBANZA

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En el pantano recalan aves migratorias en su ruta hacia climas más benignos

24 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace ahora 25 años, arrancaba en Francia el rodaje de la película documental Nómadas del viento (Le peuple migrateur, es su título original). Un poema visual de altos vuelos que, a través de planos nunca antes vistos, muestra la extraordinaria travesía de las aves migratorias en la búsqueda del buen tiempo y, por tanto, también de su supervivencia.

La película, merecedora de numerosos reconocimientos —incluso su banda sonora fue premiada—, se grabó en más de trescientas localizaciones, repartidas por 40 países diferentes. Entre ellas el entorno de A Fervenza, en Mazaricos, uno de los mejores lugares de Galicia, según los entendidos, para la observación de determinadas especies.

Como también los son otros muchos humedales repartidos por Barbanza y A Costa da Morte, como el estuario del Anllóns, en Ponteceso; la playa de Baldaio, en Carballo; los litorales de Carnota y Louro (Muros) o la playa de Corrubedo, en Ribeira. Lugares que, durante los meses de enero y febrero son, tal y como apuntan desde Turismo de Galicia, excepcionales para el avistamiento de especies tan poco comunes como el gavión hiperbóreo o la gaviota groenlandesa que, como su propio nombre indica, nidifica fundamentalmente en Groenlandia. A estas especies se suman otras aves marinas como los cormoranes —el moñudo, una de las joyas ornitológicas de Galicia, puede verse por Sálvora—, garzas reales, garcetas comunes, zampullines cuellinegros, serretas, araos o pequeños pájaros invernantes como los bisbitas pratenses.

Poder observarlas y distinguirlas resulta, desde hace algo más de cuatro años, mucho más fácil dado que Mazaricos cuenta con una ruta paisajística y ornitológica que permite una mejor observación de las aves. Se trata de una senda circular de 27 kilómetros de longitud con principio y fin en el mirador de Corzón —situado a escasos diez minutos de A Picota, la capital municipal— y que recorre los entornos del monte Aro y del embalse de A Fervenza, lugares ideales para la observación de especies enormemente vistosas y en peligro de extinción, como el cuervo marino cristado o el escribano palustre.

Área de descanso

De hecho, se ha construido un área de descanso en plena prolongación de la ruta jacobea hasta Fisterra en el que se ubican unos potentes prismáticos fijos que permiten una visión de 360 grados de todo el entorno por el que se mueven estas aves.

A lo largo de la ruta se han instalado paneles informativos de posición de avistamientos de aves, así como medio centenar de postes que incluyen las características de las especies más habituales que pueden encontrarse en cada una de las zonas. Estos puntos, con leyendas en braille y un código QR que enlaza a páginas web donde se amplía la información, se complementan con indicativos que explican la distinta vegetación autóctona u otros elementos significativos del patrimonio cultural.

«Aínda que non se trata dun elemento turístico de consumo masivo, si temos constancia de moitas persoas afeccionadas á ornitoloxía que cada ano se acercan ata Mazaricos para observar aves», apunta el alcalde Juan José Blanco que señala que esta ruta es otro atractivo de la zona que potencia su interés para el potencial visitante. «Queriamos aproveitar todo o potencial co que contamos neste ámbito. Temos a sorte de ter áreas de paso de aves migratorias, como é o contorno do embalse da Fervenza, e outras máis interiores onde abundan os paspallás, as píllaras ou as lavandeiras. Incluso miñatos e falcóns en zonas como o alto do Castelo. Esta ruta é, ademais dun fermoso percorrido pola natureza, un lugar ideal para desfrutar da súa vista».

Lo saben bien la media docena de personas que, pese al intenso frío, han ido rotando durante el fin de semana por diferentes puntos de A Fervenza, armadas con binoculares y cámaras con potentes objetivos. Así lo confirman vecinos de los núcleos de Os Vaos y Ribadeza, al pie del pantano, que son, cada año, testigos excepcionales de la lucha por la vida de los nómadas del viento.