Juan de Dora, el mozo que levanta cajas y a su afición

Carlos Peralta
Carlos Peralta RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Juan de Dora, en las instalaciones del Carrigal, lugar de entrenamiento del Betanzos.
Juan de Dora, en las instalaciones del Carrigal, lugar de entrenamiento del Betanzos. MIGUEL MIRAMONTES

El delantero de Muros es el segundo máximo goleador del grupo norte de Preferente

23 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

De celebrar un gol a cargar pesadas cajas en poco más de 12 horas. Así puede ser, si los horarios de su trabajo y el calendario de la Preferente Norte gallega son caprichosos, un día en la vida de Juan Lado, conocido como Juan de Dora (Muros, 1998). El delantero del Betanzos es el segundo máximo goleador de la categoría, empatado con Alejandro del Río, pichichi con 15 goles, y por delante del boirista Pedro Beda, tercero con 14 tantos.

El muradano es feliz en Betanzos. En su primera temporada firmó 20 goles y este curso mantiene el acierto. «Teño olfacto goleador, a que cae na área é miña», apunta Juan de Dora, que añade que el estilo de juego betanceiro, con un inamovible 4-4-2, le ha permitido desplegar su mejor versión. «Adapteime rápido porque o seu xogo é vertical, de aguantar o balón, roubar e correr. Cando o equipo confía en ti nótalo. Para un dianteiro iso é fundamental», explica el goleador, que compagina su dinámica con el Betanzos con su actual empleo de mozo de almacén, un oficio en el que no falta el trabajo físico: «Estou todo o tempo de pé. Nos partidos dos domingos chego feito po á casa e ás seis horas estou levantado caixas».

El muradano recuperó su olfato en el García Hermanos. Un instinto que desarrolló desde sus primeros años en el Monte Louro, donde entabló amistades inquebrantables con jugadores que hoy militan en el primer equipo, como el portero Xaco Triñanes o Borja Riomao, Bolo. De allí salió rumbo al Dumbría, después de que el club convenciera a sus padres para ficharle.

Pasaron los años hasta que llegó al juvenil dumbriés. Allí anotó en una temporada 48 goles e incluso pudo debutar con el equipo sénior con 16 años. A Juan de Dora se le caían los goles de los bolsillos y llamó la atención de equipos de primer nivel como el Celta B. Antes, ya le echaron el ojo otros como el Deportivo o el Valencia. Pero se quedó en Dumbría. «Sempre fun moi temeroso para saír de casa. Os meus pais dinme que o tren se me pasou», apunta el muradano, que, al echar la vista atrás, no se esconde: «Agora arrepíntome, esa é a verdade».

Finalmente se marchó al Victoria. En A Coruña vivía su hermano, por lo que la familia del delantero consideró que era la mejor opción, sobre todo a nivel académico. «Repetín en bacharelato porque era un pouco bala. A miña nai sabía que me podía poñer as pilas», recuerda el atacante del Betanzos. Finalmente, De Dora aprobó.

La llama del gol siguió intacta pese a su primera mudanza. El muradano marcó 20 goles en Liga Nacional juvenil y dio el salto al fútbol sénior en el Sofán.

Allí fue arropado por un vestuario veterano y acogedor. Incluso cuando sufrió unas fuertes migrañas que le mantuvieron dos semanas hospitalizado: «Dos mellores recordos que teño no fútbol. Cando estiven ingresado veu a maior parte do persoal para verme. Tamén o adestrador e o presidente». En el Sofán marcó 12 goles y, de nuevo, escaló una categoría. En este caso a Tercera División. En sus etapas en el Racing Villalbés y el Paiosaco no tuvo tanta fortuna. Una lesión lastró su rendimiento en Vilalba y en Laracha no llegó a dar con su mejor versión. Tocaba bajar otra vez a Preferente.

Una llamada insistente

El Fisterra, que había llamado a su puerta en varias ocasiones, se hizo por fin con sus servicios: «É xente da costa, coma min. Pensan igual ca min e iamos todos a unha».

La pandemia paró la competición y el equipo ascendió a Tercera. Juan de Dora apenas duró media hora en el estreno de su equipo en la nueva categoría. Otra vez las migrañas le pasaron factura. Pero en Fisterra recuperó la confianza y, con ella, su mejor fútbol. Al terminar la temporada, recaló en su actual club, el Betanzos, donde combina como puede los entrenamientos con su trabajo de mozo de almacén.

Y es que sus horarios le obligan a ausentarse durante una semana completa de entrenamientos. «Teño quendas dunha semana de mañá e a seguinte de tarde, polo que eses días non podo ir adestrar. É un hándicap moi importante, pero o Betanzos permítemo. Outros equipos saben isto e por iso nin me chaman», reconoce el jugador.

El Betanzos es uno de los clubes que aspira al ascenso, un objetivo para el que serán cruciales los goles de Juan de Dora. Un mozo que un día levanta cajas en un almacén y, al otro, a la afición betanceira.