Francisco González: El Félix Rodríguez de la Fuente barbanzano

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Con 20 años comenzó a manejar aves de presa y poco después convirtió la cetrería en su profesión: cría pájaros, los adiestra y contribuye a su conservación

12 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Olvidada estuvo la cetrería en España durante décadas hasta que, en los años 60, Félix Rodríguez de la Fuente, el amante de los animales por excelencia, trabajó parar recuperar una tradición considerada, desde el 2010, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Como él, en la medida de sus posibilidades, el barbanzano Francisco González (A Pobra, 1966), contribuye a la conservación y divulgación de una técnica ancestral que engloba la cría, el cuidado y el adiestramiento de aves rapaces. Tal es su pasión por este mundo que incluso lo ha convertido en su profesión.

Internet abre hoy en día las puertas a aquellos que quieren sumergirse en la cetrería, pero cuando Francisco González empezó a sentir curiosidad por el mundo de las aves rapaces, siendo un chaval, no lo tuvo nada fácil. Tuvo que ir hasta Madrid para tener por vez primera un halcón posado en su puño. Y quedó fascinado, tanto que no paró hasta hacerse con un pájaro, que le llegó de Inglaterra. Tenía 20 años cuando empezó a manejar los primeros ejemplares y ya nunca fue capaz de apartarse de una afición que poco después pasaría a ser su medio de vida.

El pobrense se dedica a la cría, venta y adiestramiento de aves rapaces, tareas que compatibiliza con el control de plagas y la realización de exhibiciones. Además, tiene una tienda en Internet a través de la que comercializa material de cetrería. Incluso imparte cursos para compartir sus conocimientos. Reconoce que la suya sigue siendo una afición minoritaria: «Cando empecei coas exhibicións e as charlas quedei sorprendido, porque non sabía que este era un mundo tan descoñecido. Penso que a divulgación é a mellor arma para garantir a súa protección».

Mañana participará en Boiro (casa de cultura, 17.30) en unas jornadas organizadas por la Asociación Galega de Cetrería a la que pertenece, que serán la antesala del campeonato que el sábado se disputará en el monte Iroite. Explica que la labor divulgativa que realiza es muy gratificante: «Visito moitos colexios e atopo un feixe de nenos que nunca viron de preto un falcón. O mesmo ocorre nas exhibicións».

Un proceso duro

Informar y sensibilizar son acciones importantes para Francisco González, pero a él lo que realmente le gusta es estar en el campo con sus pájaros: «Cando vas cun ave de presa gozas a natureza real e salvaxe coma se foras un paxaro máis». Claro que para llegar a ese punto hay que realizar un duro trabajo previo, que arranca con la fase de amansamiento, la que para el cetrero de Barbanza es la más complicada: «Aínda que son aves criadas en catividade, non hai que esquecer que son salvaxes e cando se inicia o adestramento hai que estar continuamente con elas, conectar ata conseguir que perda o medo e confíe en ti».

Luego llegan las etapas de obediencia y preparación de la musculación, hasta alcanzar el ansiado momento de ver al pájaro volar, una fase que no está exenta de riesgos. «Hoxe contamos cuns emisores (pequenas antenas) que nos serven para ter localizadas as aves en todo momento, pero antes era posible que o animal marchara e o perderas», explica González.

De todos los procesos, el pobrense se queda con el de cría: «Reproducir falcóns é moi apaixonante, porque chegar a crear un vínculo moi especial coas crías, coma se fosen un membro máis da familia». Ahora tiene en su finca de Santa Cruz una treintena de aves, sobre todo halcones y águilas. Con frecuencia se desplaza con algunos de ellos a un coto de Lugo, donde hay una zona habilitada para la cetrería en la que se puede practicar la caza: «Aquí en Barbanza pódese realizar voo libre e, en ocasións, tamén o fago».

Aunque la cetrería es su vida y todas las aves rapaces tienen para él un encanto especial, si tuviera que elegir una especie en concreto, Francisco González se quedaría con el halcón peregrino: «Gústame moito polas súas calidades. É o animal máis rápido do mundo e ten tanta nobreza que semella que foi creado pola natureza para ser adestrado. É fascinante traballar con este tipo de aves».