María, víctima de violencia machista: «La gente vio cómo me pegaban y decidió girar la cara»

Celia Riande García
CELIA RIANDE RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Los juzgados de Barbanza reciben una denuncia de malos tratos cada día y las estadísticas apuntan a un aumento de las cifras

25 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ribeira, Noia y Muros cerraban el 2021 con más de 450 denuncias por violencia de género. Es más, se estima que los juzgados de Barbanza reciben un caso de malos tratos cada día, según los datos del Consejo General del Poder Judicial. Las cifras son inquietantes. El pasado junio, la subida con respecto al año anterior en la comarca ya representaba el 3,1 % (frente al 18,2 % de Galicia), con estadísticas que crecen trimestre a trimestre.

Pese a que los datos ayuden a comprender la dimensión del problema, lo cierto es que en ocasiones hacen que se olvide que, detrás de cada uno de esos números, hay una historia de dolor y lucha. Es el caso, por ejemplo, de María —nombre ficticio—, una de las mujeres participantes en el programa para la reinserción laboral de víctimas de violencia de género que lleva la asociación Amicos.

De mediana edad y mucho carácter, María no entra en los moldes que muchas veces se le asignan a las víctimas de violencia de género. Moldes vacíos, cargados de estigma, que ella quiere romper contando su historia: «Yo soy fuerte, tengo muchísimo genio y la gente se sorprende de que estuviera en una situación de maltrato, pero nadie está libre de una relación como la mía».

El perdón

Recibió su primer golpe a los seis meses de iniciar la relación. «Lo perdoné, pero ese tipo de cosas no tienen disculpa. Después de una, viene otra», asegura María, quien soñaba con tener una pareja como aquellas que veía en las películas: «Quería un amor como el que tenían mis padres, pero enseguida se aprovechó de mí como quiso. Es muy complicado darse cuenta de que estás siendo manipulada, y cuando yo lo hice, me había dejado sin nada. Me acabé convirtiendo en su tarjeta de crédito».

Es entonces cuando María decide volver a su hogar, en el que ella denomina como el peor momento de su vida: «Tuve que dejar de trabajar, porque no estaba bien, hizo que me sintiera una basura. La pensión de mi madre era muy pequeña, y tuve que acogerme a la ayuda económica para mujeres maltratadas», explica la superviviente. El centro de información a la mujer la puso en contacto con Laura, de la asociación Amicos, y se adhirió al programa Máis Empleo, que oferta formación gratuita para personas en situaciones como la de María. «Siempre dije que sí a todo, hice varios cursos y empecé a trabajar en un hotel como recepcionista. En ese momento mi vida cambió por completo, tenía asesoramiento psicológico y ganaba mi propio dinero», cuenta orgullosa, y a día de hoy sigue trabajando como relaciones públicas.

Lo que viene después

Sobre la vida tras salir del pozo, como lo denomina la propia María, lo cierto es que no todo es de color de rosa. Tras ocho quebrantamientos de órdenes de alejamiento, volver a vivir no fue sencillo para ella: «Muchísima gente me juzgó. Cuestionaron cómo me vestía, cómo me maquillaba. No me gusta decir que me he dejado, pero lo cierto es que me hizo cambiar».

Lo que más molesta hoy día a la barbanzana es procesar el silencio de quienes la rodeaban. «Mi madre se dio cuenta el primer día, aparecí con un ojo negro. Pero mucha gente también lo sabía y no hicieron nada, vieron cómo me pegaban y decidieron girar la cara», admite con rabia. Pese a que la historia de María es, como la define ella, un relato de superación, lo cierto es que no todas las mujeres maltratadas pueden decir lo mismo.

De hecho, desde la asociación Amicos expresan la frustración de no poder ayudar a todas las víctimas que lo necesitan. «El programa acogió este año a 30 mujeres, pero hemos llegado a tener más de cien solicitudes solo en la zona de Boiro y Vilagarcía. Teniendo en cuenta que solo para cualificar debes estar reconocida como víctima y haber denunciado los malos tratos, la magnitud del problema es inmensa», admiten desde la entidad.

Es una de las dificultades, que se añade a la temporal, ya que el programa de reintegración solo cuenta con financiación para realizarse durante nueve meses al año. «Estamos muy agradecidos a la consellería por apoyarnos durante cuatro ediciones seguidas, pero lo cierto es que muchas veces perdemos el contacto de las mujeres maltratadas durante meses, y no todas están en situaciones seguras», lamentan en Amicos.

En cuanto a María, el recuerdo de su dolor no desaparece, aunque ahora sea, como dice ella entre risas, una mujer de negocios: «Yo sigo adelante con mi vida, pero no perdono porque no soy Dios y no olvido porque no tengo amnesia. No tengo por qué callarme, me costó mucho llegar aquí y no pienso dar un paso atrás».