La laguna de Louro revienta y se une con el mar llevándose la duna grande de Area Maior

María Xosé Blanco Giráldez
M. X. Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

BARBANZA

Manuel Candamo

El catedrático emérito en Geología, Juan Ramón Vidal Romaní, vaticina que el fenómeno, conocido como «ingüeiro», será cada vez más frecuente, hasta que el socavón acabe desapareciendo

23 nov 2022 . Actualizado a las 08:55 h.

La conjunción de varios factores ha vuelto a provocar que la laguna de Louro reventara y acabara desembocando su agua dulce en el mar, transformando por completo el paisaje de la playa de Area Maior, en el municipio de Muros. Este fenómeno natural, aunque impresionante, es relativamente habitual, pues suele registrarse cada año por estas fechas, sobre todo cuando las condiciones meteorológicas son adversas.

La laguna, que se extiende a los pies del monte Louro y suele estar cercada por los montículos de la playa de Area Maior, permanece conectada desde este lunes con el mar a través de una amplia lengua de agua que va dibujando a su paso un enorme surco. El espectáculo es calificado como impresionante incluso por aquellos que lo han visto en ocasiones pasadas y está condicionado por una conjunción de elementos naturales.

Para que se produzca el ingüeiro, palabra que los vecinos de la zona utilizan para referirse al fenómeno, se requiere, por una parte, que el río Longarela, que junto a otros regatos vierte sus aguas en la laguna, tenga un caudal elevado. Además, es imprescindible que haya mareas vivas y una sucesión de temporales con vientos del sur. Al aliarse estos fenómenos, la laguna es incapaz de contener el líquido, que acaba buscando una salida hacia el mar, hasta fusionarse con el agua salada.

El ingüeiro no fue este año madrugador, quizás porque la temporada de lluvias comenzó tarde en Barbanza y vino precedida de un verano especialmente seco, puesto que en el pasado llegó a registrarse en la primera quincena de noviembre. Si bien es cierto que también hay constancia de inviernos en los que la laguna muradana no reventó hasta enero. Ocurra cuando ocurra, constituye un fenómeno que atrae a numerosos curiosos.

«Levou por diante a duna máis grande»

Mariscador y aficionado a la fotografía, Manuel Candamo ya se desplazó el domingo a Louro para inspeccionar la laguna, consciente de que la sucesión de borrascas podría haber hecho efecto y comprobó que el esperado fenómeno estaba a punto de desencadenarse: «A auga estaba xa no límite da lagoa. Alí eramos un bo número de persoas esperando a que a lagoa rachase». Pero no llegó a ocurrir y este muradano regresó al lugar la tarde del lunes y vio el ingüeiro en todo su esplendor: «Esta vez a auga levou por diante a duna máis grande, a que está ao principio de Area Maior». 

Pese a que hoy sería inconcebible alterar un espacio protegido como el que componen la zona de Xalfas y la playa de Area Maior, en Muros aún recuerdan cuando eran los vecinos los que acudía a la laguna para provocar el ingüeiro armados con sachos. El objetivo era abrirle camino al agua para evitar así que acabara inundando los cultivos que había en las inmediaciones.

Hay quien dice que, cuando se producía este fenómeno, el mar arrastraba hasta el interior de la laguna congrios de gran tamaño y otros peces que quedaban encerrados en una especie de reserva marina natural, a la que acudían los vecinos en busca de provisiones.

Cierto o no, lo incuestionable es que, un año más, la laguna de Louro vuelve a ser eje de una impresionante espectáculo natural que muchos podrán disfrutar hasta que el temporal amaine y la lengua de agua se vaya reduciendo para quedar solo la Lagoa Vella, nombre con el que se conoce el espacio que nunca se seca.

"Dentro de un siglo, la laguna de Louro estará llena de arena"

A un fenómeno sencillo y fácil de comprender atribuye Juan Ramón Vidal Romaní, catedrático emérito en Geología de la Universidade de A Coruña, lo que está ocurriendo en el litoral de Louro: «Cuando el agua que se acumula en la laguna supera el nivel del mar, cobra mucha energía erosiva y eso provoca que rompa la barrera de arena buscando una salida». Explica que esta laguna, como otras situadas en la costa gallega, se formó hace unos 15.000 años, tras la última glaciación, cuando empezó a subir el nivel del mar. Y fueron surgiendo dunas que ejercían de barreras naturales conteniendo el agua de ríos como el Longarela, que nutre el hoyo muradano.

En el caso de Louro, la existencia de un monte que, con una altura de más de doscientos metros, en ocasiones cambia la dirección del viento, provoca que incluso se registre el efecto contrario: «El viento es capaz de romper la barrera de arena formando corredores de tormenta, surcos que pueden ser tan profundos que permiten al mar adentrarse en la laguna», comenta el geólogo.

Vidal Romaní está convencido de que el cambio climático y la consecuente subida del nivel del mar, cada vez más visible en la costa gallega, está afectando al fenómeno que cada invierno es perceptible en este punto del litoral de Muros: «Los ingüeiros serán cada vez más frecuentes y cobrarán más fuerza. El proceso se acelerará hasta que desaparezca el socavón actual».

Por una parte, el geólogo apunta hacia una disminución paulatina de la profundidad de este gran agujero: «Hubo un período, hace cinco mil o seis mil años, que tenía unos veinte metros de profundidad. Pero a medida que el nivel del mar sube, empuja la arena hacia tierra y esa profundidad va disminuyendo». De forma paralela, el aumento de las lluvias en Galicia propiciará un incremento del caudal de los ríos: «Dentro de un siglo, la laguna de Louro estará llena de arena y el Longarela desembocará directamente en el mar».

Y Vidal Romaní vaticina que este fenómeno no solo afectará a la laguna de Louro, sino que se repetirá en toda la costa gallega: «La tendencia que estamos viendo apunta a que el mar se adentrará cada vez más en la tierra, desplazando la arena hacia el interior allí donde sea posible y retrasando la posición de playas y dunas». Donde existan construcciones, las playas desaparecerán.