Uno necesita sol

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

Ana Garcia

09 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando vivía en Madrid me gustaba entrar a las panaderías de barrio, el covid todavía no había impuesto sus autopistas de ventilación y mascarillas FPP2, así que al acceder a una panadería el olor a trigo antiguo colmaba la pituitaria, ejerciendo sus promesas en el estómago, valiendo menos de un euro y dando calor en aquel invierno de hormigón, otorgando a la Gran Vía, y al mundo, la cálida apariencia de un hogar.

El Nobel irlandés Bernard Shaw tenía una cabañita de seis metros cuadrados a la que llamaba Londres, estaba montada sobre una plataforma giratoria. Dentro había una mesa, una silla, una máquina de escribir y un teléfono. Cuando lo llamaban decía, sin mentir, «estoy en Londres» y así nunca tenía que quedar con nadie, él solo iba girando en su cabaña del pueblo para que siempre le diese el sol mientras reflexionaba.

Al principio todos los escritores quieren conquistar el mundo, pero luego solo piensan en cómo escapar de él. Es una bonita metáfora: un solitario refugio con vistas al sol y una canción de Los Suaves, Dile siempre que no estoy. O que estoy en Londres. Luz de invierno y trigo viejo; escribo en la cocina, lejos de aquí, lejos de todos y de todo mientras cada día hacemos algo por última vez.

Estoy procrastinando por encima de mis posibilidades, porque escribir es derrumbarse y yo soy el suelo. Mañana tengo que hacer una exposición para un curso de redacción y divulgación científica, algo sobre mi área de conocimiento. ¿Cómo explicarles a esos minuciosos científicos que yo solo sé un poco de girar y un poco de sol y un poco de pan?