Isabel Dieste, subdirectora de enfermería en Barbanza: «La ampliación nos permitirá ofrecer una atención de más calidad a los pacientes»

Francisco Brea
Fran Brea RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La pobrense es una de las profesionales que lleva en el hospital comarcal desde su apertura

06 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba de celebrarse el acto conmemorativo por el 25 aniversarios del hospital de Barbanza, una infraestructura que cambió la vida de los vecinos de Boiro, A Pobra, Ribeira y Porto do Son. También supuso un antes y un después para muchos profesionales de la sanidad. En el caso de Isabel Dieste (A Pobra, 1971), por dos motivos, como ella asegura. Por una parte a nivel laboral, ya que en el complejo barbanzano desarrolló la mayor parte de su carrera, pero sobre todo en el aspecto personal, porque al ser pobrense pudo regresar a su localidad natal. Dieste se graduó en Enfermería en 1992, y antes de llegar al centro comarcal cuando abrió sus puertas, pasó por el antiguo Hospital Xeral compostelano o el Provincial, además de trabajar en la atención primaria.

—¿Cómo recuerda los inicios del hospital?

—Todo era distinto. Estaba muy contenta por venir a casa y por firmar un contrato largo, ya que antes iba enganchando períodos cortos. Recuerdo que todo el mundo estaba muy ilusionado por contar con un hospital en la comarca. Empecé en Urgencias y llegué a un servicio vacío, tuvimos capacidad para dotarlo en la medida de lo posible. Los recuerdos son muy buenos con los compañeros, veníamos con experiencia de estar en diferentes sitios, algunos incluso sin ella. Aprendíamos cada día.

—Puede que en aquel entonces ni se imaginase estar ahora celebrando el 25 aniversario, pero parece claro que su intención siempre fue quedarse.

—Sí. Cuando se comentó que iban a abrir un hospital en Barbanza ya estaba deseando venir, y conseguirlo fue una de las mejores cosas que me pudo pasar. Me acordaré toda la vida de esa llamada. En ese momento era una fundación y las condiciones no eran las mismas que en la sanidad pública, pero quería venir.

—Con el paso de los años, el centro fue ganando servicios y calando en la sociedad.

—Por supuesto. Fuimos mejorando para convertirlo en un pequeño gran hospital y ahora es de consideración. La gente estaba acostumbrada a desplazarse a Santiago y empezamos poco a poco con las consultas y los quirófanos, que al inicio eran con local y luego ya pasaban a ingresar. Igual la población a Urgencias al principio era más reticente a venir, pero pronto vio que funcionaba bien y que los cuidados que se dan son de calidad. Además, sobre todo para los mayores, venir a las consultas a este hospital es más factible que a uno más grande. Cada vez aumentan más los servicios porque también se demandan.

—Así también llegan las mejoras.

—Claro, en este tiempo se ampliaron las urgencias, está para abrir la nueva área de endoscopias, se mejoraron las consultas externas y el servicio de diálisis... y el siguiente paso será la ampliación de la hospitalización, que creo que es algo muy importante. Nos permitirá ofrecer una atención de más calidad a los pacientes, que quieren quedarse cerca de sus casas y no irse a otro sitio.

—¿Es la ampliación una actuación muy necesaria?

—Es una demanda que yo creo que hay que cubrir, porque cuando hay que trasladar a un paciente porque aquí no tiene cabida hasta a nosotros nos cuesta decirle que se tiene que ir a Santiago para ingresar. Los enfermos y los acompañantes se quejan y tiene que ser el propio facultativo el que le ofrece irse por falta de espacio. Cuando hay picos de ingresos, como puede ser en época de la gripe, que ya está ahí, se da esta circunstancia y hay que solucionarlo. Principalmente entre la gente mayor, es cierto que genera malestar.

—Después de tanto tiempo, ¿ya son una gran familia?

—Todos somos una gran familia. Muchos estamos aquí desde que el hospital empezó a funcionar. Algunos se fueron y otros llegan. Cada vez ofrecemos más formación y a bastantes les gusta y deciden quedarse en Barbanza.

«Con el covid partimos de cero y hay que agradecer la colaboración e implicación de todo el mundo»

Como la inmensa mayoría de los profesionales sanitarios, Isabel Dieste vivió muy intensamente la pandemia, sobre todo al principio. La irrupción del virus lo cambió todo y obligó a que en hospitales y centros de salud tuvieran que ingeniárselas para ir capeando el temporal y atender a los pacientes.

—¿Qué supuso la llegada del covid para el centro comarcal?

—Fue un momento complicado. Primero hubo ingresos aquí y luego se decidió enviar a los pacientes covid a Santiago, porque teníamos unos recursos limitados para hacer divisiones.

—¿Y cómo fue la gestión del proceso de vacunación de la realización de cribados?

—De golpe estábamos viviendo algo que no conocíamos. Lo peor fue la incertidumbre. Cuando veías lo que pasaba en las grandes ciudades y lo que se tuvo que hacer... por suerte no llegamos a ese punto. Partimos de cero y pusimos en marcha el autocovid, la realización de pruebas diagnósticas, el transporte de muestras... había que montar todo de ya para ya. Lo que hay es que agradecer la colaboración e implicación de todo el mundo. Aquí, tanto yo como muchos de mis compañeros pasamos muchas noches sin dormir. Además, el virus afectó al personal sanitario muy pronto y eso tuvo su impacto en los recursos. También es cierto que aprendí muchísimo.

—En tanto tiempo, alguna anécdota o buen recuerdo tendrá.

—Recuerdo una paciente en Urgencias que estaba con una máquina que le ayudaba a respirar y teníamos que mantenerla despierta para que recuperase. Fui toda la noche al box y al final no tuvo que ingresar en la uci. Dos semanas después vino un chico a Urgencias, me vio y me dijo que era la enfermera que había salvado a su madre. Así merecen la pena las noches sin dormir.