«Hai vintecinco anos non entendían que houbese un bar sen televisión»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

BARBANZA

ANA GARCÍA

Marisol regenta, ahora en solitario, uno de los restaurantes con más solera de la comarca

27 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si a finales de los noventa tenían que explicarles a todos de dónde venía el nombre que habían elegido para su restaurante, hoy día son pocos los que aún desconocen la belleza del mar de ardora, un fenómeno natural que atrajo a infinidad de curiosos a la Costa da Morte el verano pasado. De hecho, muchos quisieron repetir la experiencia en 2022, pero este año apenas pudo verse. Por si las moscas, Marisol tiene colgada en su comedor una foto con la que le explica a los clientes qué es y a qué se debe ese fenómeno de bioluminiscencia.

Hoy cumple 57 años, y 25 los ha pasado en los fogones del restaurante Mar de Ardora de Cabana, que fundó en 1997 con el que fue su marido. Ahora, desde que sus caminos se separaron, cogió las riendas del negocio y hace las veces de «navaja suiza», pero sin renunciar a esa cocina que a tantos ha encandilado. «Fago unha cociña de sempre, pero á miña maneira e engadíndolle un puntiño de modernidade. Non me gusta disfrazar o produto, porque aquí temos o mellor mar, a mellor horta e a mellor carne, non precisamos máis», indica Marisol Martínez, que aboga por productos «quilómetro cero» y de temporada. Platos como el pulpo a la plancha con aceite y pimentón, las caldeiradas o los garbanzos al curri con rape envuelto en beicon triunfan a la clientela, este último incluso en verano, a pesar de ser una receta contundente, mucho más típica del invierno.

Los inicios no fueron fáciles: «A xente non entendía como podía haber un bar ou un restaurante sen televisión nin ningún tipo de máquina». Pero esta última etapa tampoco lo ha sido. Siempre supo que haría hasta lo imposible por retirarse en el restaurante, pero nunca se imaginó quedarse sola al frente del negocio. Aunque lo de sola es relativo, porque se complace de tener a una «tropa» de mujeres que la han apoyado y ayudado a adaptarse a esta nueva vida. A excepción de los refuerzos que contrata en temporada alta, la plantilla es exclusivamente femenina, y eso es algo que le encanta. «Creo que as mulleres tendemos máis a axudarnos unhas ás outras, ou polo menos iso é o que facemos aquí, na miña casa». Habla del Mar de Ardora como su casa, y lo es. «Aquí son feliz», reconoce.

Una ventana al estuario

Fue de los primeros locales de la zona en abrir una terraza tipo chill out, con cojines, cortinas, bebidas de todo tipo y una gran variedad de ginebras. Funciona muy bien, aunque la abre solo en verano. «É moi bonita, pero o único que fixemos foi poñerlle marco á paisaxe espectacular que xa había», asegura Marisol, en referencia al Esteiro do Anllóns, que se contempla en todo su esplendor desde la terraza. «Aínda que eu creo que o marco máis bonito que temos é a cristaleira do comedor, pois dende as once mesas que temos hai vistas á ría», añade.

La chef, y ahora también empresaria, aprendió desde un momento temprano de su carrera la importancia de tener «don de xentes» cuando se trabaja de cara al público. Intenta conocer los gustos de los comensales habituales y consentirlos, algo con lo que ha conseguido que algún cliente la acompañe desde que abrió el local. Hay uno, cuenta, que lleva 25 años yendo por un único plato: «O polbo».

«Mareas vivas»

Numerosos rostros conocidos se dejaron ver por el Mar de Ardora, como María Teresa Fernández de la Vega, los deportivistas de la edad de oro o la actriz Isabel Naveira, que conoció el restaurante cuando rodaba Mareas Vivas en Laxe, hace veinte años, y que repite desde entonces. Aun así, para Marisol «tódolos clientes son importantes, sexan ou non famosos», y a los que vienen desde fuera les recomienda lugares que visitar en la comarca u otros restaurantes en los que disfrutar de una buena comida. «Isto é algo que a xente non entende, pero eu lévome ben con tódolos compañeiros de profesión. Somos unha cadea e temos que axudarnos», concluye, de hecho tiene pensado implicarse en el tejido asociativo «para aprender e compartir experiencias con outras persoas da mesma profesión».