«Unha noite, despois de pechar, atopamos a un cliente durmido encima do váter»

Christopher Rodríguez
Christopher rodríguez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Anécdotas de todo tipo proliferaron este verano en la hostelería de Barbanza debido, en gran parte, a la afluencia de clientes

23 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque mucha gente no quería que llegase este momento, el verano se ha acabado oficialmente y, con él, las vacaciones de la gran cantidad de turistas que se acercaron a Barbanza durante estos meses. Las numerosas playas, los monumentos y los ricos enclaves de naturaleza de los que dispone la comarca, son siempre los lugares más visitados durante el período estival.

Pero, aunque menos visuales y paradisíacos, hay otros recintos que se han llevado el protagonismo durante las vacaciones, los bares. Este verano supuso la recuperación total de la actividad en la hostelería, debido en gran parte a la masiva afluencia de turistas que recibió la comarca. Esto dejó, además de beneficios para los negocios, alguna que otra anécdota curiosa, graciosa o, por desgracia, desagradable.

Las historietas que más abundan son las relacionadas con la calidad de los productos que ofrece la hostelería barbanzana. El pescado, el pulpo y el marisco son los alimentos más aclamados por los visitantes y esto queda patente por situaciones como las que vivió José María Rego, del chiringuito Waimea, situado en la playa de As Furnas.

Allí, según explicó su propietario, los visitantes se decantaron principalmente por productos de la ría, pero dos clientes estadounidenses llevaron la degustación a otro nivel: «O primeiro día que viñeron pediron ameixas, navallas e mexillóns, querían probar un pouco de todo. Cando acabaron, pediron catro racións máis de ameixas. Parece ser que lles gustaron porque, en dúas semanas, viñeron 12 días a comelas».

A pesar de ser el producto estrella, el marisco no es lo único que levantó pasiones en la comarca durante los meses estivales. Antonio Lijó, del bar Plaza de Ribeira, comentó que algo que llamó la atención de los turistas, fue la preparación del café en el municipio: «Muchos se quedaron impresionados con como lo hacemos aquí, sobre todo con el sabor y la textura. Nos decían que el que sirven en ciudades como Madrid o Barcelona no tiene nada que ver con el de Ribeira, se fueron muy satisfechos con nuestro servicio y con los desayunos».

Sorpresa inesperada  

Los hosteleros de Barbanza concuerdan en que la mayoría de las jornadas transcurrieron con total normalidad, lo que no significa que no se hayan sucedido acontecimientos surrealistas.

Borja Santamaría, camarero de A Pousada da Galiza Imaxinaria de Boiro, explicó, aún con incredulidad, lo que le ocurrió a principios de verano: «Unha noite, despois de pechar, atopamos a un cliente durmido encima do váter. Escoitamos algo de ruído procedente dos servizos e alí estaba. Nese momento eu non entendía nada, quedei abraiado»

Con la misma sorpresa, pero a raíz de un malentendido, se quedó María Sampedro, empleada de A de Chefa, en Aguiño. Allí, según explicó, un cliente inició una discusión desmesurada a raíz de una tapa de embutido: «Eu ofrecinlle un pincho de chourizo, como fixen con todos os que atendín ese día. O home empezou a berrar dicíndome que el non era ningún chorizo, que non lle debía cartos a ninguén. Custoume moito conseguir que se tranquilizara e quedase coa tapa».

Las situaciones incómodas, aunque no son las más habituales, suceden más a menudo de lo que podría esperarse. Insultos, descalificaciones y faltas de respeto a los hosteleros, siguen estando a la orden del día.

Esto explicó Pablo Dieste, trabajador de O Lar do Trilli, afirmando que la educación fue la tónica general, pero que, como en todo, hubo excepciones: «Un home chamoulle fea a unha compañeira. Outro, tralo cambio de camareiro, díxome que eu perdera nádegas, facendo alusión a que marchara a chica da quenda anterior. Quitando estas situacións, tivemos uns meses fantásticos».

Anécdotas de un verano movido en Barbanza en todos los sentidos. Vacaciones donde, a pesar de ciertos sucesos y comentarios, predominaron el buen tiempo, la música y, sobre todo, un gran ambiente en las terrazas.