Javier Fernández, chef: «Quiero que me juzguen por mis platos»

Christopher Rodríguez
cHRISTOPHER RODRÍGUEZ LA VOZ / RIBEIRA

BARBANZA

MARCOS CREO

El cocinero ha forjado su maestría en algunos de los mejores restaurantes de la comarca

21 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La comida es uno de los placeres al que el ser humano se rinde con más facilidad, pero a la vez una disciplina en la que la exigencia es máxima en todo momento, sobre todo en la élite de los fogones, donde los más finos paladares esperan platos de autor y de una calidad extrema.

Los buenos cocineros se enfrentan a este reto a diario, con el objetivo de superarse y de sacarle el máximo partido a los ingredientes más comunes de cualquier despensa. La experiencia es un grado, pero hay gente que desde bien joven posee el toque que miles de personas buscan sin éxito a lo largo de toda una vida.

Uno de estos elegidos es el chef Javier Fernández (Palmeira, 1979), que a una temprana edad comenzó a hacer sus primeros pinitos en la cocina, sin saber que iba a acabar dominando esta práctica hasta el punto de llegar a estar a las órdenes del mismísimo Ferrán Adrià.

El idilio de Fernández con la cocina empezó en su adolescencia y, desde ese momento, su proyección no dejó de ascender: «Empecé muy joven, en el instituto, y pronto llegué a trabajar en algunos de los mejores restaurantes de la zona. O Lagar, en A Pobra do Caramiñal; Casa Isolina, en Rianxo; y Chicolino, en Boiro, fueron algunos de los primeros lugares donde estuve».

Tras una etapa recorriendo los fogones de la comarca, el cocinero hizo las maletas para demostrar su valía en uno de los más prestigiosos restaurantes del mundo por aquel entonces, El Bulli. Esta fue una etapa de aprendizaje para Fernández en la élite de la cocina, pero no quiere que esto sea lo que lo distinga de los demás profesionales: «Quiero que me juzguen por mis platos, no por lugares en los que he estado. La repostería es una de mis disciplinas favoritas, pero nunca he querido atarme a nada, también me fascina la cocina fusión francesa, española y japonesa».

Satisfacer al comensal

Durante toda su carrera, Javier Fernández ha tratado con productos de alta calidad, pero esto no significa que el plato vaya a estar a la altura de la materia prima. Por esto, el chef tiene claro que lo primordial a la hora de elaborar una comida es que el cliente se quede absolutamente satisfecho con lo que ha degustado: «Lo más importante es que el comensal se quede contento después de comer. Somos sus anfitriones durante unas horas y debemos tratar los platos con el respeto y cuidado que se merecen los clientes».

Los paladares de la comarca tuvieron la oportunidad de comprobar esto durante la feria GastroMar, celebrada en Ribeira a principios de mes. Allí Fernández cocinó productos de la ría con un estilo muy característico: «Fue un auténtico reto. Al fin y al cabo se trataba de pescados y mariscos muy habituales y conocidos por el público. Quería innovar y sorprender con algo que no fuese lo de siempre».

Según comentó el chef, el resultado fue todo un éxito, ya que, además de dar rienda suelta a su pasión por los productos del mar, los comensales disfrutaron de la comida: «Me alegro de que todo saliese bien. Fue una apuesta arriesgada, pero con esto se demuestra que en la comarca se ha producido una apertura de mente en términos culinarios».

Además, durante la celebración de la feria gastronómica, Fernández pudo cocinar a partir de una materia prima que destacó por su calidad: «Los productos de la ría son excelentes, casi no hizo falta tratarlos. Los moluscos y pescados que tuvimos tenían una frescura excepcional y eso los asistentes, lo notan».

Javier Fernández afronta desde hace un año su segunda etapa en el restaurante Chicolino, en Boiro. Un lugar en el que dio sus primeros pasos y en el que ahora demuestra todo su talento con platos que hay quien considera auténticas obras de arte.