Medio Rural evalúa la creación de una línea de ayudas por los daños del incendio

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CEDIDA

Las pérdidas ocasionadas por el fuego están pendientes de cuantificar

23 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cicatrices del gran incendio que a principios de este mes se extendió por la sierra de Barbanza desde Boiro hasta rozar Porto do Son arrasando a su paso, según la cifra provisional, 2.200 hectáreas de arbolado y monte raso son bien visibles en el paisaje barbanzano. Sin embargo, es cuando se pisa el terreno cuando se aprecia con detalle el alcance de los daños. Plantaciones arrasadas, cierres para el ganado destruidos, pistas forestales intransitables... son las principales secuelas del fuego, a las que se suman pérdidas particulares como las sufridas por un grupo de campistas del cámping Ría de Arosa o las cuadras de los caballos de un vecino de Oleiros. Para cubrir los desperfectos ocasionados por el que es el incendio forestal más importante de los tres últimos lustros en la comarca, Medio Rural está evaluando las líneas de ayudas que se pueden implementar para dar respuesta a los afectados.

Las principales damnificadas por las llamas son las comunidades de montes, de ahí que el conselleiro se haya comprometido a reunirse con las entidades afectadas antes de que finalice agosto. Sin embargo, en un encuentro previo con los alcaldes de Arousa norte ya se trataron algunas cuestiones relativas a la creación de líneas de ayudas para hacer frente a los daños ocasionados por el fuego. 

Actuaciones de emergencia

El presidente de la mancomunidad Barbanza Arousa indicó tras esa reunión que habría subvenciones para los afectados por los incendios forestales de agosto en unas condiciones similares a las que se habilitaron para los siniestros ocurridos en el mes de julio. Fuentes de Medio Rural matizaron que está en estudio cómo se concretarán las ayudas, a las que tampoco se ha puesto por el momento una cifra concreta a la espera de que se cuantifiquen los daños ocasionados por el fuego. Con todo, al tratarse de un gran incendio forestal —se denomina así a los que superan las 500 hectáreas de afectación— «sempre se habilitan fondos, que veñen mesmo do Goberno central, para actuacións de emerxencia».

Hasta ahora, a la espera de que finalice la tasación de la madera arrasada en las 2.200 hectáreas de terreno calcinado, tampoco las comunidades de montes pueden hacer una valoración concreta de las pérdidas, si bien en un par de entidades hablaban de que la cantidad de eucalipto echado a perder podría alcanzar las 300 toneladas.

Mientras la Administración autonómica evalúa las medidas de apoyo que se pueden articular para hacer frente al desastre causado por las llamas, la vida en la sierra sigue y hay determinadas actuaciones que no pueden esperar, como el arreglo de las redes de abastecimiento dañadas o la reconstrucción de los cierres para el ganado, algo que resulta prioritario para los ganaderos.

Por esta razón, una de las reivindicaciones que se hacen desde la comarca es que, además de que se agilice todo lo posible la llegada de fondos, las ayudas puedan tener carácter retroactivo, de manera que los arreglos que se acometan antes de su convocatoria también tengan cobertura. Para ello, es imprescindible que los afectos documenten de forma muy detallada y con imágenes los desperfectos en sus propiedades.

Evitar arrastres

Otra de las cuestiones prioritarias era prevenir los posibles arrastres de ceniza. En este sentido, tras las lluvias de la semana pasada se ha comprobado que no se han producido, mientras técnicos de Augas de Galicia siguen trabajando sobre el terreno para evitar que la erosión afecte a cauces fluviales.

Ayer mismo, la Consellería de Infraestruturas informaba de que las tareas que se están realizando en el entorno del regato de Castelo y del de As Lobeiras, en el municipio de Ribeira, están en la recta final. Los equipos de Conservación Fluvial desarrollan estos trabajos a lo largo de unos 2.600 metros en las áreas límite de ambos cauces. Para evitar los posibles arrastres, lo que se ha hecho es diseñar unas barreras de contención aprovechando la propia madera quemada, y se está aplicando la técnica conocida como mulching, que consiste en depositar paja sobre las áreas afectadas con mayor riesgo de erosión.

La zona en la que se está actuando es especialmente sensible por la proximidad de los regatos a zonas pobladas.