El pasado fin de semana se disputó el Gran Trofeo Faro de Corrubedo
23 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Había ganas de retomar las regatas que promueve Ramiro Carregal porque, al carácter competitivo de primer nivel se suman los encuentros sociales en los que participantes, organizadores y autoridades comparten unos momentos en los que se habla de todo: de la navegación, de cómo estaba el mar, de si este o aquel otro realizó una maniobra impropia, de si un barco acertó a la hora de encontrar el viento que esquivó a otros, y, sobre todo, se agasaja al artífice de que todo esto suceda, el fundador de Frinsa, al que se le premia con muestras de cariño en modo aplauso o coreando su nombre.
La Regata Ramiro Carregal Rey es una de las más importantes del calendario gallego, no en vano es puntuable para la Copa de Galicia, factor que solo tienen cuatro citas, pero es también una demostración de hermandad entre dos de los mejores náuticos de la comunidad, el de Ribeira y el de Portosín, que tienen lazos atados por Ramiro Carregal, a quien gusta recordar como hace años los ribeirenses prestaron barcos a los sonenses cuando estos daban los primeros pasos en el mundo de la vela. Pero esa hermandad se transforma en rivalidad sana en esta competición, puesto que se pone en juego el Gran Trofeo Faro de Corrubedo, que queda depositado durante un año en la sede social de una u otra entidad en función de si el ganador absoluto tiene su base al norte o al sur del cabo que alberga la torre. Esta vez no tuvo que moverse, porque el Siradella, del Real Club Náutico Portosín, volvió a proclamarse campeón.
En los discursos que siguieron a la entrega de premios, los presidentes de ambos náuticos destacaron la peculiaridad de esta regata de doble jornada, pero subrayaron más todavía el papel de Ramiro Carregal Rey que hizo todo lo posible para que, tras dos años de limitaciones por la pandemia, todas las tripulaciones volvieran a juntarse al finalizar la prueba, compartiendo mesa e intercambiando experiencias.