David Cernadas e Iago Fernández: Dos promesas del ajedrez desafían a los maestros

Carlos Peralta
carlos peralta DATA / AGENCIA

BARBANZA

MARCOS CREO

Ambos jóvenes han formado parte del primer ascenso del club pobrense a la División de Honor Gallega

15 may 2022 . Actualizado a las 05:05 h.

El Club Deportivo Marquiño de A Pobra logró el pasado 23 de abril su primer ascenso a la División de Honor Gallega de ajedrez. Un hito inesperado en el seno del club barbanzano, que llevará a sus integrantes a batirse en el juego de escaques ante maestros de este deporte. Entre los artífices de la promoción, destacan dos jóvenes jugadores: David Cernadas e Iago Fernández, con 15 y 13 años de edad respectivamente.

David es de A Pobra e Iago, de Noia. Los dos llegaron al equipo con apenas seis años. Jesús Rodríguez, entrenador de ambos jugadores y todo un clásico del ajedrez de la comarca, detectó rápidamente su potencial. «Acabarán superándome a mí, lo tengo claro», afirma.

«Apunteime ao equipo para non estar metido todo o verán na casa», rememora David. «Tiña un taboleiro e xogaba moito co meu pai, ás veces gañáballe», afirma Iago. Así comenzó la andadura de dos de las mayores promesas del Mariño, «los herederos del club», tal como augura Jesús.

Un reto mayúsculo

El equipo comenzará el próximo año su andadura en División de Honor y buscará otros dos jugadores en su cantera que sirvan de refuerzo ya que, en esta categoría, se compite con seis tableros en vez de con los cuatro habituales del nivel anterior. Iago y David están preparados para un desafío inédito en su precoz trayectoria. «O resto de equipos son moi bos, hai que ir pouco a pouco», sostiene David. Para Iago, es «un gran reto». Se enfrentarán a un sinfín de imponentes maestros. En alguna ocasión, han conseguido ya doblegar a rivales de semejante calibre. Los dos tienen potencial para llegar a alcanzar este nivel, tal como reconoce su técnico. «Cuando llegaron no me imaginé que iban a ser los mejores, los que tirarían del carro. Había más jugadores que prometían, pero ellos tienen continuidad y, unido a su talento, van avanzando», elogia Jesús Rodríguez a sus alumnos, a los que no ve límites.

David compaginaba el ajedrez con el pimpón, pero su centro dejó de impartir esta disciplina. Iago, por su parte, reparte su tiempo libre entre el taekuondo —disciplina en la que explica que es cinturón negro— con el juego de 32 piezas. La rivalidad entre ellos es sana y, juntos, forman un tándem que compite codo con codo con los más veteranos del Marquiño.

«Somos parecidos, el é bastante máis completo ca min cando tiña a súa idade» apunta David, sobre su compañero. Iago tampoco duda en deshacerse en halagos hacia su colega: «É un bo xogador que sempre progresou moito e, aínda tendo unha posición desfavorable, é capaz de rematar a partida gañando».

Jugadores ofensivos

Los dos son jugadores con una actitud ofensiva. «Adoito ir a por todas, unha partida defensiva e pechada paréceme aburrida», explica David. Iago, que se sitúa en la misma tónica, afirma que se considera «un jugador de ataque», aunque también es autocrítico. «Ás veces cometo erros por atacar demasiado», confiesa el joven noiés.

«Han tenido derrotas dolorosas, el ajedrez puede ser duro», afirma Jesús, que destaca que ambos son «muy perseverantes y no se rinden fácilmente». El líder del equipo relata que los dos barbanzanos consiguieron sobreponerse a contextos adversos en sus partidas por el ascenso. «Foi unha partida de táboas, daquela analizándoa vin que o tiña todo perdido», apunta Iago. David también estaba en apuros, pero logró salir airoso. «Quedei bastante perdido, pero atopei un truco para facer un xaque mate en dous movementos», expone Iago. Ambos se declaran admiradores del legendario Bobby Fisher, del que destacan su inagotable variedad de estrategias y recursos ante cualquier situación. Y, por supuesto, su actitud ofensiva y valiente.

Desde el Mariño esperan que el ejemplo de Iago y David sirva para animar a más chiquillos a incorporarse al equipo. Los años de parón propiciados por la irrupción del coronavirus han hecho mella en las inscripciones. El equipo necesita que su cantera brille. Solo así, dicen, tendrán futuro a largo plazo en División de Honor.

Ofensivos. Ambos son atrevidos en el tablero, tal como su admirado Bobby Fisher.

Toda una vida. A los seis años, comenzaron su andadura en el club.

Potencial. Su entrenador, Jesús Rodríguez, afirma que los dos jóvenes tienen talento, pero también perseverancia.