Crónica de un covid

BARBANZA

MARTINA MISER

«Estoy tirado, en cada respiración me trago un machete, al toser siento cristales rotos. Pasan 48 horas. Ni rastro de mensaje para hacer PCR»

11 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Escribo estas líneas mientras otras dos, rojas y paralelas, siguen marcando como positivo mi test de antígenos. Sin dramatizar, describiré mis síntomas: me siento como si me hubieran dado una paliza en las fiestas de Boiro, y de camino al hospital me hubiera atropellado un camión de yunques conducido por Mike Tyson, y, en vez de respirar aire, solo pudiera inhalar caña de hierbas de casa.

Como no quería abarrotar el —ya de por sí abarrotado— sistema sanitario, llamé al teléfono de información del covid para explicar lo que me había hecho Mike Tyson y manifestarles que tenía una saturación de oxígeno baja, para ver si me recomendaban acudir o no al centro médico. Solo me dijeron que me avisarían en 48 horas para hacerme una PCR. A lo que respondí que yo ya sabía que tengo covid, que solo quería saber a partir de que saturación o de fiebre o de taquipnea debiera acudir al centro médico. Insisten, que me harán una PCR a las 48 horas.

Al colgar, llamo al doctor Genaro y me marca las pautas, no obligado por su juramento hipocrático, sino porque es más majo que las pesetas y puedo llamarlo amigo, incluso sugiere pasarse por casa a verme. Le digo que no, que perdí el sentido del olfato y me es difícil ahora calcular cuando ducharme. No estoy presentable. Estoy tirado, en cada respiración me trago un machete, al toser siento cristales rotos. Pasan 48 horas. Ni rastro de mensaje para hacer PCR. El teléfono de información no da suficiente información. Nadie describió los colores como Borges cuando se quedó ciego. No soy capaz de oler y solo pienso en flores.