Es así que se explica que lugares como el paseo marítimo de Labarta, en Noia; las sendas del río Breiro o de Barraña, en Boiro; así como lugares apartados de Corrubedo, en Ribeira, donde incluso se llegaron a arrojar botellas a agentes de la Policía Local, sean los principales puntos en los que se centran, mes tras mes, y año tras año, los actos vandálicos. «Está clarísimo que este verano volveremos a tener problemas de esta índole, porque la población va a aumentar exponencialmente y los agentes seremos los mismos», destacan desde las fuerzas del orden.
Frente al vandalismo, en los concellos se afanan por aplicar mano dura para frenar la sangría de miles de euros que se escapan continuamente. El problema es el de siempre. Cazarlos en el momento. O si no identificar a los culpables se antoja imposible.