«¿Will? Yo siempre fui de Carlton»

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SEÑORÍO Y VALORS

BARBANZA

Will Smith, tras lograr el Oscar
Will Smith, tras lograr el Oscar KAY BLAKE / ZUMA PRESS

04 abr 2022 . Actualizado a las 11:49 h.

Will Smith —el príncipe de Bel Air para los nacidos en los 90— le pega un sopapo al monologuista Chris Rock. Gala de los Oscar, el segundo vacila a la mujer del otro, Jada Pinkett, por la alopecia que sufre. No lo ha hecho en silencio. Ella se ha encargado de explicarle al mundo sus traumas desde la piscina de su mansión. Pone mala cara, Will se ríe, pero ve el gesto y sabe que, o hace algo, o tendrá problemas. Reacciona rápido, se levanta y le zurra el guantazo.

Después viene la parte que quizás sea más lamentable: gritos desde su butaca y un discurso entre lágrimas justificándose a lo Pablo Iglesias, que viene a ser echándole la culpa al sistema. En este caso el de Hollywood, que le obliga a poner siempre la otra mejilla. De los millones de dólares que le reporta esa otra mejilla no comenta nada. Obvio.

Se convierte en lo más visto, leído, compartido y comentado del mundo. No hay una conclusión clara, porque, disculpen que lo recuerde, la vida suele tener diferentes tonos de gris. Pocas cosas son blancas o negras. Mientras pensaba en Will y en el bofetón recordé la definición de un buen amigo sobre la televisión: «Solo sale la misma gente comentando lo que hace esa misma gente». Tan simple, tan real. En el clavo, como buen carpintero que es. En Matrix, él cogió la pastilla azul de manos de Morfeo.

Mientras las tertulias debaten sobre la vida de Georgina, Rociito o Rosalía, él vuelve a ponerse Alguien mató a Liberty Balance. Allí también hay una afrenta, una mujer vilipendiada y una venganza. Pero el Hollywood de 1962 no es el de 2022. La próxima vez que lo vea le preguntaré por Will, aunque ya me sé su respuesta: «Yo siempre fui de Carlton».