Recuerdo lo que no hicimos

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

26 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Recuerdo, amor, aquel viaje a Atenas que no hicimos. Fuimos al Partenón con un chándal del Real Madrid y una sudadera de Bon Jovi, horteras porque nos habían perdido una maleta. Llovía en el Erecteón, se veía un caballo blanco en la lejanía y yo te decía que era Zeus. En ningún lugar del mundo se ve la Luna como desde la acrópolis, donde todo son ruinas porque todos somos ruinas. Hicimos del dolor una llave. Nunca te quise tanto como ese día que no existió.

¿Te acuerdas, amor, que con esa llave abrimos una casa con vistas al mar? Colgamos de la pared todos mis logros y aún había sitio para poner el Guernica. Nos costó elegir el sofá. Todos los malos poetas escriben sobre la cama, pero el sofá es la clave: el romance no sobrevive sin un sofá que se manche de chocolate de vez en cuando, un sofá donde se reciben las malas noticias y donde encontrar una moneda de cincuenta céntimos; el placer que se pierde Bill Gates por no llevar calderilla.

Yo me acuerdo, amor, yo me acuerdo. La memoria solo evoca lo vivido… pero no produce nada nuevo. La esperanza, en cambio, con un poco de imaginación no recuerda, pero crea, engendra, legitima, planea… Mezclemos las dos propiedades: memoria y esperanza. Y ya podemos recordar los exactos detalles de nuestra vejez mecidos por un viento limonero, ese sofá tan chulo que compramos, la bicicleta del peque y la emoción de intuir esos barcos griegos adentrándose hace milenios en el Mediterráneo —nada como ellos representa tanto a la civilización— durante ese viaje a Atenas que no hicimos. Aún.