Tarik Chahir encontró trabajo en una empresa del sector de la construcción y pronto se convirtió en un ribeirense más: «En Marruecos trabajaba en un restaurante de una zona turística, por lo que tenía relación con gente de diferentes países. Ya conocía un poco el idioma español y no me costó integrarme». Badia reconoce que no lo tuvo tan fácil y, pese a que fue a clases, todavía le cuesta hablar el castellano. Sin embargo, asegura que el proceso de adaptación fue, en general, sencillo: «Estoy contenta con el cambio y no me costó integrarme. Lo que me supuso más esfuerzo fue el idioma».
Ambos son los pilares de una familia de cuatro hijos, el pequeño nacido el pasado 18 de diciembre. Aunque las dos mayores, gemelas, vinieron al mundo en Marruecos, están tan integradas en Ribeira que constituyen el principal motivo para que Tarik descarte, por lo menos de momento, la posibilidad de regresar a su país: «¿Volver a Marruecos? No me lo planteo, mis hijas ya son gallegas. Quizás cuando me jubile».