El número de inmigrantes bate récords al crecer un 25 % en cinco años

María Xosé Blanco Giráldez
M. x. Blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

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Algunos concellos se ven desbordados para atender las demandas de la población extranjera, sobre todo a nivel burocrático

24 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El fenómeno de la inmigración comenzó a notarse en Barbanza a comienzos de siglo, dibujando una trayectoria ascendente hasta la llegada de la crisis económica, cuando la falta de trabajo llevó a muchos extranjeros a regresar a sus países de origen y frenó en seco las llegadas. Pero durante los últimos años, el goteo de forasteros que buscan aquí un nuevo hogar se ha vuelto constante. Tanto es así que la cifra total bate récords, al situarse en 2.825, lo que supone casi un 25 % más de la registrada hace un lustro (2.268).

Ribeira sigue siendo el municipio que concentra un mayor número de inmigrantes, muchos de los cuales llegan para abrirse camino laboral en el sector pesquero. Desde el 2016, la cifra de extranjeros aumentó en 87, elevándose hasta los 1.177. Es un número importante, si se tiene en cuenta que la mayor parte de estos nuevos vecinos residen en el casco urbano, donde la población se sitúa en torno a los 15.000 ciudadanos.

El repunte es destacable también en Noia, que en el último lustro sumó 129 inmigrantes, y en Boiro, que añadió 119. Del mismo modo, Porto do Son y A Pobra, puntos que también concentran empresas vinculadas al sector pesquero, registraron aumentos importantes de su población de extranjeros, en concreto, de 72 y 85 personas, respectivamente.

Ampliación de servicios

Estas cifras de récord están obligando a los concellos a reforzar los servicios destinados a atender las necesidades de la población inmigrante. Desde Servizos Sociais de Ribeira explicaron que están en marcha tres grupos de alfabetización, que suman un total de 40 alumnos: «Nunca tuvimos esa demanda». Justifican el incremento en los programas lanzados para la reagrupación familiar, al que se acogieron extranjeros que habían llegado solos a la ciudad para trabajar.

En A Pobra, la Concellería de Servizos Sociais incluso solicitó una subvención con el fin de poner en marcha un departamento específico para los inmigrantes: «Observamos que se está producindo un incremento importante e considerabamos interesante ofrecer asesoramento no eido xurídico e tamén deseñar propostas para facilitar a integración». Pero la solicitud de fondos fue denegada.

También Cáritas de Ribeira percibió ese incremento en el número de inmigrantes. Desde la entidad explicaron que casi la mitad de las personas que recurren a ellos en busca de ayuda son extranjeras: «Ata hai pouco representaban o 20 %, pero agora xa están preto do 50 %».

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«¿Volver a Marruecos? No me lo planteo, mis hijas ya son gallegas»

Hace 13 años que Badia Enaquadi llegó a Ribeira desde Marruecos. Unos meses antes se había establecido en la ciudad su marido, Tarik Chahir, que desembarcó en Santa Uxía de forma causal: «Vine a visitar a mi hermana, pero ella viajó a Francia, conoció a un hombre y se estableció allí. Yo acabé quedándome aquí». Confiesa que la naturaleza de la comarca lo atrajo desde el primer momento: «Aquí tienes mar y montaña en un mismo lugar».

Tarik Chahir encontró trabajo en una empresa del sector de la construcción y pronto se convirtió en un ribeirense más: «En Marruecos trabajaba en un restaurante de una zona turística, por lo que tenía relación con gente de diferentes países. Ya conocía un poco el idioma español y no me costó integrarme». Badia reconoce que no lo tuvo tan fácil y, pese a que fue a clases, todavía le cuesta hablar el castellano. Sin embargo, asegura que el proceso de adaptación fue, en general, sencillo: «Estoy contenta con el cambio y no me costó integrarme. Lo que me supuso más esfuerzo fue el idioma».

Ambos son los pilares de una familia de cuatro hijos, el pequeño nacido el pasado 18 de diciembre. Aunque las dos mayores, gemelas, vinieron al mundo en Marruecos, están tan integradas en Ribeira que constituyen el principal motivo para que Tarik descarte, por lo menos de momento, la posibilidad de regresar a su país: «¿Volver a Marruecos? No me lo planteo, mis hijas ya son gallegas. Quizás cuando me jubile».

Los dos se muestran convencidos de que encontraron en Ribeira el lugar ideal para asentarse y para que sus hijos crezcan y se forjen un futuro: «La relación con la gente es buena y nunca tuvimos ningún problema. Aquí se vive bien».