Las macrochorradas de Alberto Garzón

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SEÑORÍO Y VALORS

BARBANZA

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, visita la explotación ganadera de Rodrigo Suárez García acompañado del coordinador de IU de Asturias, Ovidio Zapico.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, visita la explotación ganadera de Rodrigo Suárez García acompañado del coordinador de IU de Asturias, Ovidio Zapico. EFE | ELOY ALONSO

En sus palabras se rezuma un tufo a élite progre, a una «gauche divine» que desde su torre de marfil se olvida que el precio de la luz y la inflación se ha disparado

17 ene 2022 . Actualizado a las 12:56 h.

Que los grandes puestos no se reservan para los más preparados lo demuestran Sami Khedira y Alberto Garzón. El primero, porque sin excesivo talento para el fútbol fue campeón del Mundo con Alemania y de Europa con el Real Madrid. El segundo, porque constata cada vez que abre la boca que para ser ministro solo es necesario formar parte de una cuota, en su caso en la sopa de siglas que es —si todavía existe— Podemos.

La de las macrogranjas es la enésima burrada de un ministro de Consumo que algún día quizás se pregunte como «carallo» ha llegado ahí. Para Ortega y Gasset, algunas personas son como niños: quieren las cosas, pero no sus consecuencias. Y parece que Garzón se olvida que esa batalla contra de la ganadería extensiva tiene un precio para los bolsillos de los ciudadanos.

No para él, que supera con creces el salario mínimo y el que, por formación, tendría en la empresa privada si no hubiera ejercido de apparátchik en Izquierda Unida. En sus palabras se rezuma un tufo a élite progre, a una gauche divine que desde su torre de marfil se olvida que el precio de la luz se ha multiplicado y la inflación se ha disparado porque gravaron con impuestos el carbón y la energía nuclear.

En plena crisis de una clase media española que jamás ha estado tan a la baja, en un país en el que los alquileres de las grandes ciudades devoran los salarios y cualquier atisbo de ahorro, nos encontramos con un ministro que, como ya ocurre en otros países ecofriendlys, quiere que comprar un kilo de pollo, una docena de huevos o una chuleta de ternera sea un lujo. En eso ya han convertido la luz. Esa es la verdad de su última macrochorrada.