Desde el cuerpo también destacan que la presión de las AMPA ha ayudado a solucionar muchos problemas: «Están muy encima y las empresas lo saben. Por ejemplo, que los niños vayan de pie, puede ser algo puntual. Imagínate que ese día uno de los vehículos se haya estropeado y que el siguiente chófer decide llevar a los niños para que no quedaran en la calle... Si se repite es algo que hay que solucionar».
Entre todos, apuntan, se ha conseguido que los más pequeños vayan seguros: «Son el futuro y hay que cuidarlos».
Los autobuses solo pueden usarse para esa finalidad 16 años
Además del control que la Guardia Civil realiza sobre los vehículos, la legislación marca que estos autobuses solo pueden utilizarse para transporte escolar durante 16 años: «Con la pandemia se alargó uno más, pero casi ninguno llega a esas cifras. Lo normal es que las compañías los cambien continuamente y después de cinco o seis años los destinen a otros usos o los vendan». Cada uno puede costar casi 300.000 euros y acostumbran a tener mucha salida en el norte de África.