La falta de protocolos limita a los institutos para actuar contra el acoso

Marta Casais
M. Casais RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

La mayoría de los centros de secundaria carecen de líneas de actuación

27 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El acoso escolar es una asignatura todavía pendiente en la comunidad educativa de Barbanza. Los casos recientes que se han dado a conocer muestran una preocupante tendencia, y ponen en el punto de mira a los departamentos de orientación de los institutos. La mayoría de los centros apuntan que, aunque no hay unas líneas de actuación generales, en el momento que se abre un expediente de investigación se aplica la normativa de la Xunta. «Nosotros trabajamos mediante orientación», dicen desde el IES Virxe do Mar en Noia. «No tenemos unos protocolos de bullying generales. Cada caso es diferente, entonces los expedientes son individualizados», explica Jorge Villa, director del centro.

Los momentos previos de detección de los casos son los más importantes. De acuerdo con las recomendaciones de la Administración, los profesores deben estar atentos a unas agresiones concretas y constantes prolongadas en el tiempo hacia una persona en particular.

Sin embargo, es aquí donde muchos docentes, que no están formados específicamente en detección de conductas de acoso, fallan a la hora de proporcionar a las víctimas lo que necesitan. En los centros de secundaria son los orientadores los que están más especializados en estos temas, pero no siempre están en contacto con los alumnos o presentes en los lugares donde pueden producirse las agresiones.

Todo ello, según las personas acosadas, es un problema ya que, si los profesores no reconocen las señales de las agresiones a tiempo, terminan provocando inintencionadamente una prolongación del acoso. Desde los institutos señalan que los docentes «son conscientes de este problema y cuando lo detectan inmediatamente lo ponen en conocimiento de los tutores».

Recopilación de pruebas

Cuando está avisado el tutor de la víctima, la siguiente fase consiste en comenzar a recabar pruebas para determinar si se abre o no un expediente de acoso. «Una vez que se detecta que puede haber un posible caso, lo que se hace es investigarlo a través del departamento de orientación. Se entrevista a las personas implicadas, víctima y presunto acosador, así como a otros miembros del grupo que puedan saber lo que está sucediendo», indica Remedios Valenciela, desde el departamento de orientación del CPI Plurilingüe da Picota, en Mazaricos.

Durante esta etapa, de acuerdo con las guías de la Xunta, la prioridad es la víctima, y es responsabilidad del centro vigilarla y estar muy atentos en los posibles lugares donde se pueda producir el acoso.

Desde los centros de secundaria de Barbanza han confirmado que cuando se producen situaciones de este tipo intentan reforzar las guardias en los patios, así como en las entradas y salidas. También, mientras ocurre la recopilación de pruebas, los departamentos de orientación hablan con las familias, tanto de las posibles víctimas como de los supuestos agresores, para que «estén pendientes fuera del recinto escolar».

Unas vez recabados los testimonios se analizan las posibilidades de intervención en conjunto con la jefatura de estudios, orientación y un grupo de profesores implicado, explican desde el IES Virxe do Mar. También en este aspecto algunas víctimas y sus familias ven problemas, ya que querrían que la dirección se involucrase más.

Intervención

A medida que la situación va escalando en gravedad se comienzan a valorar nuevas acciones, como puede ser la expulsión de dos, tres o quince días, y en los casos más extremos, el cambio de centro, según explican desde el instituto Número Un de Ribeira. «Todo isto sempre é respectando á inspección escolar e o dereito dos alumnos e familias a presentar queixas se así o consideran», indica el director del centro, Manel Santiago.

En este instituto, se intenta también alcanzar resoluciones a los conflictos a través de los servicios de mediación. Así lo explica Santiago: «O Instituto de Mediación Educativa de Ribeira (IMER) traballa con nós para facer intervencións sen que teñamos que recorrer a medidas punitivas».

A pesar de que ninguno de los centros de secundaria consultados ha registrado casos recientes de acoso, sí preocupan las actitudes de los más jóvenes desde la vuelta a la presencialidad. Desde la pandemia, algunos docentes han visto nuevas conductas preocupantes en los adolescentes. «Los de primero y segundo de la ESO, al volver del confinamiento estaban más irascibles. Había más peleas e insultos de lo normal», indica la orientadora del IES Plurilingüe de A Cachada, en Boiro, Sabela Rodríguez.

También preocupa a muchos profesores la adicción a las redes sociales, de las que a veces salen casos de cyberbullying y son más difíciles de identificar. «Intentamos estar más formados, pero por redes hay muchos insultos y no siempre los vemos», avisa esta orientadora boirense.