Barbanza capea el fuego en un mes de alta actividad incendiaria

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Los primeros días de septiembre del 2019 fueron especialmente complicados, con más de 300 hectáreas calcinadas en Porto do Son y Ribeira
Los primeros días de septiembre del 2019 fueron especialmente complicados, con más de 300 hectáreas calcinadas en Porto do Son y Ribeira MARCOS CREO

En los últimos cinco años ardieron unas 600 hectáreas de monte en septiembre

12 sep 2021 . Actualizado a las 09:13 h.

Después de la lluvia caída en los últimos días, la sensación de tiempo seco y cálido parece lejana. Sin embargo, hace solo una semana en Barbanza se registraban temperaturas por encima de los 30 grados, una circunstancia que favoreció la aparición de varios incendios forestales que llevaron a los equipos de extinción a temer un nuevo septiembre negro en los montes si se mantenían las mismas condiciones meteorológicas. Y es que el final del verano es un período de elevada actividad incendiaria en la comarca, como reflejan los datos del último lustro. En cinco años ardieron unas 600 hectáreas de terreno en la comarca en el noveno mes del año.

De hecho, hubo ejercicios recientemente en los que septiembre se convirtió en el peor mes del verano para la lucha contra el fuego al registrarse los mayores incendios forestales. Especialmente negro fue el 2019, cuando en las dos primeras semanas fueron pasto de las llamas unas 300 hectáreas de monte. Sin embargo, no es un hecho aislado, puesto que el año pasado fueron más de 700.000 metros cuadrados los que ardieron solo en el primer fin de semana de septiembre; mientras que en el 2018 fueron medio centenar las hectáreas que acabaron calcinadas.

En este negro repaso a los últimos años destaca, para bien, el 2017, ejercicio con la menor superficie de afectada por el fuego en las últimas semanas del verano y principios del otoño, con una veintena de hectáreas.

La respuesta a por qué el monte barbanzano se convierte en un polvorín en el mes de septiembre no es sencilla, pero hay varios factores que influyen. Por un lado, está el innegable efecto del cambio climático, que está favoreciendo la aparición de incendios cada vez más voraces fuera del período de alto riesgo, como el que en el 2019 asoló Rianxo con la primavera recién iniciada.

Asimismo, a menudo, los septiembres más movidos en lo que respecta a los fuegos forestales vienen precedidos de un verano de escasa actividad incendiaria. Ya advertía en el mes de julio el jefe del distrito forestal IV, al que está adscrito la mayor parte del territorio barbanzano, Xabier González, que temían qué ocurriría en agosto y septiembre tras un julio sin incendios, y no le faltaba razón. La llegada de las precipitaciones ha evitado grandes siniestros en los montes, pero el mes arrancó con varios focos que, aunque de poca entidad, pusieron en alerta a los equipos de extinción.

Esta vez, las condiciones meteorológicas han sido favorables en la lucha contra el fuego, dado que el viento del norte es el gran enemigo de los encargados de apagar las llamas y en las últimas semanas no ha hecho acto de presencia.

Sin bajar la guardia

Pese a que la situación ha estado relativamente tranquila durante todo el verano y actualmente el riesgo de incendio -la Consellería Medio Rural publica el nivel diariamente en base a una serie de parámetros- es menor en los 11 municipios de Barbanza, los equipos de extinción no bajan la guardia porque el terreno está abonado para que las llamas hagan acto de presencia.

Si el verano comenzó con una gran cantidad de biomasa acumulada gracias a un invierno y una primavera lluviosos, la situación a estas alturas no es mucho mejor, así que se está alerta mientras se continúa con los trabajos de prevención.

En este sentido, cabe destacar que las brigadas contraincendios contratadas por los concellos de la comarca siguen estando activas; es más, algunas lo estarán hasta bien entrado el otoño. No en vano, en ayuntamientos como el de Outes el proceso de selección del personal se completó en la segunda quincena de julio, mientras que en otros como Lousame se hizo con agosto ya avanzado, y la duración de los contratos de los integrantes de las cuadrillas es de tres meses.

Un rayo y varios focos simultáneos, lo más destacado de un verano sin apenas incidentes

Por fortuna, en lo que va de verano apenas se han registrado incendios, y tuvo que estrenarse septiembre para que en la comarca se registrase el fuego forestal de mayor entidad. De hecho, en las semanas previas sí hubo algunos focos, pero de escasa importancia y ninguno alcanzó la hectárea de superficie, mientras que desde el inicio de este mes han ardido una veintena de hectáreas. El incidente más destacado arrasó 15, y se cree que fue originado por un rayo.

Aunque la intencionalidad está detrás de la mayoría de los incendios que se producen, el 1 de septiembre se activó un amplio operativo en Lousame para extinguir las llamas causadas por la caída de un rayo y que calcinaron 15 hectáreas, 11 de ellas de arbolado. También destacan en el recuento de este verano varios focos que se registraron de forma simultánea en Muros el pasado fin de semana. En concreto, fueron tres los fuegos forestales registrados, y quemaron en torno a media hectárea de terreno.

El pasado domingo, lo que se cree que fue la reproducción de otro incendio registrado el viernes a última hora afectó a 3,47 hectáreas en Lousame, una de ellas de arbolado.