Un recorrido por la Barbanza medieval

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Un proyecto europeo localiza una veintena de construcciones de la Edad Media en la comarca

26 abr 2021 . Actualizado a las 10:27 h.

No están, ni mucho menos, todos los que son, pero el proyecto Petrifying Wealth, una investigación financiada por el Consejo Europeo, puede ser un buen punto de inicio para realizar un recorrido por los edificios de la Barbanza medieval. La iniciativa reúne y geolocaliza más de 17.000 construcciones eclesiásticas y seculares que cubrieron el territorio español, Italia y el sur de Francia en ese período, y en ese censo se incluyen, de momento, puesto que el proyecto todavía está en fase de desarrollo, una veintena de edificios levantados en la comarca entre los siglos XI y XIII.

El estudio constata que el legado monumental de la Edad Media sigue siendo un elemento fundamental del paisaje europeo, y por extensión del barbanzano, e invita a recorrer el territorio de Mazaricos hasta Rianxo para conocer ese patrimonio. Este paseo por el pasado discurre inevitablemente por Noia, villa medieval por excelencia de la comarca, donde el mapa destaca Santa María A Nova y el monasterio de Toxosoutos. De entrada podría pensarse que se trata de un error, pero no lo es, porque su claustro medieval se conserva en el pazo de Pena do Ouro tras su venta en 1920 al vizconde de San Alberto.

Y es que el proyecto Petrifying Wealth no solo sitúa en el mapa los edificios que conservan vestigios de su pasado medieval, sino que ofrece información sobre su tipología, los materiales de construcción utilizados o las inscripciones que los relacionan con un período concreto.

Poca documentación

A falta de documentación que lo acredite, la sencillez del modelo constructivo y la presencia de dos arcos en una puerta tapiada sitúan en el último tercio del siglo XII la edificación de la iglesia de Baroña; y los restos de una portada románica son los únicos que permiten situar en la Edad Media el origen del templo de San Pedro de Tállara; o la evidencia de un taller de influencia compostelana en su arquitectura fechan en torno a 1180 la construcción de la iglesia de Bealo.

Entre 1180 y 1190 se data la pequeña ermita de Santa Cristina, en Barro, un ejemplo mucho más humilde del pasado medieval de Noia que Santa María A Nova u otros edificios posteriores, pero considerado un «documento histórico de primera mano» para conocer la ubicación primigenia del núcleo noiés, hasta la fundación de San Martiño.