Morir de éxito

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

23 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La Administración ha optado -hace tiempo- por guardar la ropa. Lo de nadar o no nadar es lo de menos. Incluso hay quien dice que lo importante para sus cabezas pensantes es que los conciertos del Xacobeo 2021 se celebren, aunque para ello haya que sacrificar la actividad económica diaria y a esos que siempre juran defender.

Yo no tengo la capacidad de leer su pensamiento. Por eso, simplemente, me apunto a dos características que marcan los aparatos político-burocráticos del sur de Europa: el primero, que hay muy pocas ganas de trabajar y, el segundo, cogérsela con papel de fumar. Solo así se explica que publicite una serie de parámetros objetivos para fijar niveles de restricciones y después adopte las decisiones en base a otros criterios subjetivos e interpretables, por tanto manipulables; al libre albedrío de quien decide y quiere dormir a pierna suelta, soñando con la soldada ingresada en cuenta a día 28.

Y ahí, envueltas en ese celofán de la desidia y la dejadez de funciones se van las esperanzas -o la propia supervivencia- de muchas personas. De miles de autónomos que trabajan más horas en un mes que en un año aquellos que firman, enfundada su mano en el terciopelo de la salud pública, su sentencia. Solo su daltonismo crónico, que les impide apreciar la rica gama de grises, y la dificultad manifiesta de entender las actividades sobre las que deciden pueden explicar ciertas medidas ilógicas, extemporáneas y discriminatorias.

Así pierden la confianza de los ciudadanos en general. Así cada autónomo desearía emular a James Carville y gritarles: «The economy, stupid».