Los niños de Taragoña combaten el covid con su vena más artística

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Los alumnos de la escuela Rosalía de Castro pintaron unas bolsas de tela que venden para comprar un medidor de CO2

06 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Mantener el covid alejado de las aulas es el objetivo de cualquier comunidad educativa de Barbanza, y para ello, el profesorado es consciente de la importancia de las medidas de prevención. Las mascarillas, la higiene de manos y la ventilación son las herramientas clave, pero no siempre está claro si están funcionando adecuadamente. Eso es lo que pensaron en la escuela Rosalía de Castro de Taragoña, donde, ante la preocupación por si la calidad del aire que se respira en sus instalaciones es la adecuada, decidieron adquirir un medidor de CO2. Para ello cuentan con la inestimable colaboración del alumnado, que sacó su vena más artística para combatir al virus.

Porque, aunque sean una herramienta fundamental en tiempos de pandemia, estos aparatos tienen un coste que el centro no pudo asumir a través de ninguna línea de subvenciones. Se buscó también la colaboración de alguna gran empresa de la comarca, pero no obtuvieron respuesta, y se descartó recurrir a las familias, entre otras razones porque este curso ya han tenido que realizar un desembolso mayor debido a las medidas anticovid. Así que tocó tirar de ingenio para buscar los fondos necesarios para comprar el dispositivo, una tarea en la que se buscó la implicación de los pequeños y que derivó en la elaboración de unas bolsas de tela pintadas a mano que ya están a la venta.

Los niños respondieron a la petición de sus profesoras con todo un derroche de creatividad y colorido plasmado en una edición limitada de bolsas que lo más probable es que se liquiden en un suspiro. Y al mismo tiempo, se familiarizan con el covid, los aerosoles y la prevención, temas por los que han mostrado un gran interés a pesar de su corta edad.

Frente a los aerosoles

Sol Beiroa y Elisa Iglesias son las tutoras de los niños de esta escuela, y la primera de ellas explica qué les impulsó a hacerse con un medidor de dióxido de carbono: «Eramos conscientes de que o protocolo da Xunta non era suficiente polas informacións que empezaban a circular sobre os aerosois e a súa importancia na transmisión do virus, e insistiamos moito na ventilación. Pero hai momentos críticos, como cando hai temporais e entra a chuvia ou días nos que hai moitas correntes de aire, e non estabamos seguras de se era adecuado pechar un pouco».

Esta inquietud sobre si estaban ventilando correctamente, o pasando frío en las aulas innecesariamente en momentos en los que la calidad del aire era buena, las llevó a informarse sobre los medidores de CO2 y ya tienen el suyo, que se sufragará con la venta de las bolsas que pintaron nos pequeños.

El objetivo fundamental es garantizar la seguridad en las clases sin que los niños se mueran de frío, pero las primeras jornadas de uso del aparato les han servido para hacer algunos descubrimientos interesantes: «Vimos que nas aulas estabamos moi ben, pero na clase na que fan educación física, a pesar de ter a ventá aberta e estar abrindo e pechando as portas constantemente, o nivel de CO2 era bastante elevado». Esta información ha llevado a las profesoras a reflexionar sobre la calidad del aire que respiraban en cursos anteriores, por lo que ven en el medidor una herramienta útil para el futuro: «En anos anteriores había moitos máis casos de catarros nos nenos e seguramente tiñamos unha calidade do aire moi empobrecida».