Felipe Núñez: El noiés que surte de correas de reloj a coleccionistas de todo el mundo

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

marcos creo

Sus piezas han viajado ya a toda Europa, Abu Dabi, Canadá, India y Australia

05 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El coronavirus que llegó para paralizar el mundo y trastocar los planes de la inmensa mayoría de ciudadanos, también propició que unos pocos, alentados por la necesidad de un cambio y animados por la disponibilidad de tiempo libre, convirtieran su afición en profesión. Felipe Núñez Blanco (Noia, 1978) pasó a compatibilizar el trabajo en una inmobiliaria, sector que atraviesa horas bajas, con una labor artesanal un tanto peculiar: confecciona correas de reloj para coleccionistas. Y no le va nada mal. De hecho, piezas salidas de su taller han viajado ya a medio mundo.

El propio Felipe Núñez pertenece desde hace tiempo al reducido círculo de coleccionistas de relojes. Y fue, con el fin de hacerse con las correas que mejor se adaptaran a cada modelo y a su propia muñeca, por lo que empezó a confeccionarlas él mismo: «Déuseme ben o tema e as miñas correas empezaron a chamar a atención. A medida que colgaba fotos nas redes sociais e en distintos grupos, empezaron a chegarme encargos». Y así fue como el noiés comenzó a responder a pedidos realizados desde diferentes puntos de Europa, pero también desde California, Canadá, India, Abu Dabi y Australia.

A medida que ampliaba su mercado, Núñez diversificaba también su producción. Todas las piezas están elaboradas a mano, pero la materia prima marca la diferencia. Al catálogo de materiales habituales, el artesano le fue añadiendo otras especiales, como las de tiburón, cocodrilo, lagarto, pitón, patas de avestruz y manta raya. Asegura que esta última es la más difícil de manipular: «Son escamas de peixe e, á hora de traballar, é coma se fosen cristais. Aquí hai que ir ao detalle, porque un milímetro pode significar que a correa sente ben ou mal, que se vexa ou non o pasador».

Peticiones extravagantes

Hacerse con la materia prima no supone un problema: «En Internet encontras de todo». Lo complicado fue dominar el proceso de trabajo: «Logreino vendo vídeos e probando, fallando e volvendo a tentalo. Empecei con anacos que me daban en algunha tenda de Noia. Ata cosía con agullas normais que me cravaba nos dedos». Felipe Núñez asegura que su punto fuerte es trabajar solo bajo encargo, de forma que cada correa sea única y adaptada a la muñeca del que vaya a lucirla. En este sentido, expone que las peticiones más extravagantes le han llegado desde Francia: «Un cliente quixo as costuras facendo unha especie de tea de araña e outro, a súa inicial cosida sobre a pel da manta raia, algo que é moi complicado».

Lógicamente, los caprichos suponen tiempo e influyen por lo tanto en el coste del producto. El precio medio de las correas que salen del taller de este vecino de Noia ronda los 60 euros, pero las más caras, las de piel de cocodrilo, alcanzan los 100. Para sus clientes potenciales, son cantidades asumibles: «O que ten reloxos moi caros quere lucilos cunha correa que lle sente ben, coa mellor».

Aunque estas piezas constituyen el fuerte del Felipe Núñez artesano, ha empezado a probar ya con otros artículos, como llaveros de cuero que llevan una hendidura para usar como soporte del móvil, mochilas y cinturones repujados. Lo que empezó como una afición es ya un trabajo a media jornada: «Se vou á oficina pola mañá, estou no taller pola tarde ou viceversa». Teniendo en cuenta la parálisis del sector inmobiliario, no descarta incluso dedicarle más tiempo a la artesanía: «Véxolle futuro, sobre todo tal e como está o panorama debido á pandemia».

Mientras, Felipe Núñez sigue ampliando su colección de relojes y soñando con conseguir la pieza que más ansía: un Panerai, la marca que utilizaron los buzos de la marina italiana en la década de los 40.