Los hoteles de Barbanza sobreviven a la pandemia con la ocupación de plazas por trabajadores desplazados

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Olga Gómez es la directora del hotel Pesquería del Tambre de Noia
Olga Gómez es la directora del hotel Pesquería del Tambre de Noia cedida

Operarios de la industria, obreros y profesionales del sector servicios y la docencia son los principales clientes

18 nov 2020 . Actualizado a las 19:55 h.

Frente a las restricciones a la movilidad que provocan que el sector hotelero se tambalee en las grandes capitales, en Barbanza sobrevive a la pandemia con la ocupación de plazas por parte de trabajadores desplazados. La actividad industrial mueve al grueso de estos operarios, que convierten las habitaciones de hotel en cobijo temporal. Sin embargo, entre los clientes también figuran obreros, profesionales del sector servicios y docentes. Salvo un par de excepciones, la totalidad de los establecimientos continúan abiertos, y son varios los que afirman que durante la semana tienen cubierta la mitad de su capacidad.

Entre ellos está el propietario del ribeirense Áncora, Miguel Rodríguez, quien explica: «Durante la semana tenemos una docena de plazas cubiertas. Únicamente trabajamos con empresas. Los fines de semana cerramos el establecimiento, aunque estamos operativos vía telefónica por si alguien precisa alojamiento».

Profesionales vinculados al sector de la conserva son prácticamente los únicos clientes del hotel Jopi de Boiro. La persona encargada de la recepción, Manuel Sánchez, explica que «esto nos permite aguantar». La duración de las estancias varía, pero algunas llegan a prolongarse durante varias semanas.

 Sector pesquero

Trabajadores del mar son los principales demandantes de habitaciones en el establecimiento O Noso de Portosín. Comenta su responsable, Natalia García, que «recibimos a moita xente que vén realizar os cursos de actualización marítima que se imparten na localidade».

También eligen sus habitaciones marineros que faenan en barcos de la zona: «En ocasións veñen de outros municipios e quedan a durmir aquí. Algúns incluso durante a fin de semana».

Estancias habituales de cinco días, de lunes a jueves, comentan tener en el hotel Elisardo de Noia. Su gerente, Ramón Varela, asegura: «Estamos traballando bastante ben». Por lo que explica, cuenta en estos caóticos tiempos de pandemia con una diversificada clientela. Desde profesionales de la Administración hasta representantes e, incluso, docentes: «Hai mestres que veñen cubrir as baixas, porque agora con isto das PCR van e veñen con moita frecuencia».

Son los negocios de carácter netamente turístico los que notan en mayor medida la incidencia de los cierres perimetrales. El propietario de las Cabanas do Barranco de Outes, Manuel Lema, ha pasado de la lista de espera a un torrente de cancelaciones. No oculta que «estámolo pasando mal, peor que nunca».

Explica que el fin de semana van cubriendo: «Cando foi o peche de Bergantiños anuláronnos reservas, pero chamou xente de Santa Comba para vir». Sin embargo, reconoce que la sombra de un ERTE planea en un negocio con 24 empleados.

«Nuestros mayores usuarios son de Vigo y A Coruña, y ya no pueden salir»

El hotel Pesquería del Tambre de Noia es uno de esos establecimientos pensados para disfrutar de la naturaleza. La singularidad de su construcción y su emplazamiento propiciaron que registrase una elevada ocupación durante el verano y principios del otoño. Sin embargo, los cierres perimetrales dejaron vacías las habitaciones: «Nuestros mayores usuarios son de Vigo y A Coruña, y no pueden salir», señala la directora, Olga Gómez.

  Con el propósito de favorecer la ocupación, el establecimiento organizó unas jornadas gastronómicas aprovechando la temporada de setas y el inicio de la caza. Olga Gómez manifiesta que arrancaron muy bien. Sin embargo, los esfuerzos toparon con la expansión de la pandemia: «Los clientes principales en el restaurante también son personas de fuera, que no pueden desplazarse. Los residentes en la zona acuden, pero generalmente para tomar algo en la cafetería».

Con la actividad bajo mínimos es imposible continuar, por lo que decidieron cerrar temporalmente: «La intención es abrir en diciembre. No para el puente, que vamos a ir muy justos, pero sí de cara a Navidad si la situación sanitaria lo permite».

El cese de actividad está sirviendo a Olga Gómez para evaluar la reformulación de su negocio pensando en los nuevos tiempos: «El hotel está formado por casas independientes, aunque hasta ahora siempre habíamos alojado por habitaciones. Estamos pensando en hacer reservas por separado para familias».

Con la mirada puesta en la Navidad y sin perder de vista que puede haber personas que, si las circunstancias lo permiten, busquen celebrar fuera las fechas más señaladas, Olga Gómez comenta: «Valoramos preparar y servir cenas individuales».

 También el Park

También en Noia, el dueño del Park, Antonio Pérez, afirma haberse visto forzado a cerrar sus puertas: «Mientras no tenga reservas no puedo abrir».

Indica que su única clientela eran viajantes esporádicos: «Ahora a nadie se le ocurre salir de casa». Con cuatro empleados, señala: «Si vamos aguantando menos mal, pero hay que poner dinero del bolsillo cada mes».