Clase telemática, botellón presencial

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla BARRIO DEL PIGNETO

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

28 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La pandemia ha demostrado que el sistema educativo no estaba ni por asomo preparado para dar el salto al mundo de las redes sociales, del Internet 4.0 y de los smartphones. Se encontró con profesores que no habían usado jamás una plataforma digital, con falta de planificación por parte de las Administraciones, con la carencia de recursos materiales y con la apatía y desgana de casi todos.

A contrarreloj, en mayor o menor medida, los institutos y las facultades han dado pasos para que este curso no ocurra lo mismo. En las universidades gallegas tocará clase semipresencial, división por grupos, acudir a las aulas solo unos cuantos días al mes... El objetivo es que la rueda educativa siga girando, aunque el trasvase de conocimiento no será igual que cuando se da cara a cara entre un buen profesor y un alumno con ganas de escuchar. Jamás, por mucho que quieran los gurús de las bondades de la tecnología.

Mientras, la Policía Local de Santiago desaloja en una madrugada 30 pisos de estudiantes, recibe llamadas a diario por parrandas y se encuentra locales con decenas de personas bailando y tomando copas. El botellón y la fiesta sí son presenciales. Ahí no hay problemas de conexión.

Porque a las que supuestamente serán las generaciones mejor formadas de España, habría que explicarles lo que significa la responsabilidad individual. Aunque queramos hacer la vista gorda, en una sociedad que solo hace bandera de sus derechos y se olvida sistemáticamente de sus obligaciones, nos encontramos que el botellón es presencial y las clases telemáticas. El enésimo sinsentido.