¿Sobran diputados?

José Vicente Domínguez
José Vicente Domínguez LATITUD 42°-34?, 8 N

BARBANZA

24 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El Congreso español está constituido por 350 diputados y diputadas, lo que equivale a uno por cada 134.000 habitantes. En el Parlamento de Galicia, tenemos un parlamentario por cada 36.000 habitantes, lo que hace un total de 75. En Italia, acaban de aprobar un referendo reduciendo un tercio el número de parlamentarios, bajando hasta los 400. Eso equivaldrá a uno por cada 150.000 habitantes. Francamente, con 630 parlamentarios que tenían, estaban bastante sobrepasados comparativamente con lo que sucede en España y en otros países del entorno. ¿Y a ustedes qué les parece? ¿Estaría bien que Galicia, con esa proporción de uno por cada 36.000 se equiparase a la representatividad que tenemos en el Congreso de Diputados? De ser así, a Galicia le corresponderían 21 parlamentarios. Pero las matemáticas a veces no son de aplicación directa en supuestos de representatividad.

Ya sé que muchos pueden pensar que 21 llegan y sobran si solo sirven para seguir consignas partidistas, aplaudir, abuchear al orador de turno o dormitar, que también lo hacen bien. Aunque, sabiendo que no es difícil corromper a quien ostenta poder, alguien puede pensar que mejor 75 que no 21. Pero ese argumento va a resultar que no, por la falta de libertad de voto a que obligan los partidos. Nuestro sistema, tardío y custodiado, no quiso o no pudo copiar la representatividad de otros países democráticos: léase Reino Unido o Estados Unidos, en donde un senador o congresista vota libremente en función de los intereses de quienes le votaron. Aquí, al no haber listas abiertas, les limitan tal libertad. Como mucho, a los senadores, parlamentarios o diputados se les permite un eufemístico voto en conciencia; como el famoso caso de Paco Vázquez en las votaciones sobre aborto y matrimonio homosexual. Como si cuestiones como empleo, vivienda, salario mínimo, sanidad o jubilación no tuviesen que ver con la conciencia.

En cuanto al Senado, esa rimbombante cámara alta, que también da en llamarse Cámara de Representación Territorial, buena falta haría una escoba para barrer a la mayor parte de los 265 que actualmente la componen. Casi todos estamos de acuerdo en que nuestro Senado sirve para bien poco; pero por unas u otras razones de conveniencia partidista, para dar cobijo a viejas reliquias, nadie se atreve a su modificación. De manera que, visto lo de Italia, no parece tan difícil modificar la Constitución y evitar que muy pocos nos legislen, por estar unos dormidos y otros durmiendo, tal que bien lo diferenció don Camilo. Y ya ven que, por esta vez, no hablamos del dinero que nos cuestan.