Festival de lloros en la vuelta a las aulas

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Las escuelas infantiles privadas iniciaron el curso entre medidas de seguridad, el llanto de los nuevos alumnos y la alegría por el recuentro de los veteranos

02 sep 2020 . Actualizado a las 20:54 h.

Manu sabía que algo ocurría cuando su mamá cogió un camino distinto al que toma todos los días para ir a casa de su abuela. No tardó ni medio segundo en comprenderlo, y en gritar: «¡Al cole noooo!». Quedó llorando cuando se despidió de ella, pero las lágrimas apenas duraron dos minutos, y ya habían cesado cuando su madre se volvió a meter en el coche. «Uno o dos niños de los que ya estaban en el centro en marzo lloraron un poco al principio, pero llevan toda la mañana sin problema y felices de haber vuelto. Con los nuevos sí que hubo más llantos, así que estos días estarán en período de adaptación y vendrán una horita al día», explicaba ayer Patricia Simil, que dirige la escuela infantil Canguro de A Pobra.

Reconoce que se han extremado tanto las medidas de seguridad que «pasamos la mitad de la jornada desinfectando, pero lo cierto es que todo ha ido bien, y los padres están bastante tranquilos. En agosto les dimos una charla y les explicamos todos los protocolos a seguir y han estado informados en todo momento», apunta. La pobrense también confiesa que, en su caso, no ha notado una bajada en la matriculación por culpa de la pandemia, puesto que de las 40 plazas que tiene habilitadas hay 39 ocupadas.

No puede decir lo mismo la ribeirense Rosa Pérez, que afirma que los últimos rebrotes han provocado que «muchos padres tengan miedo y hayan decidido dar marcha atrás y no traer a los niños por el momento. Yo creo que están más seguros en la escuela que en muchos parques, terrazas y playas, porque aquí seguimos todos los protocolos de seguridad y se minimizan los riesgos», afirma. La profesional opina que hay que ir normalizando la situación y que los pequeños son los primeros en adaptarse: «La gran mayoría estaban hoy [por ayer] felices de la vida por volver a clase, aunque también hubo otros que cogieron un berrinche».

La misma situación se percibió en el estreno del curso en una escuela infantil noiesa, donde confiesan que «los niños no están notando nada, no son conscientes del problema del virus, y lo que hay que enseñarles es a adaptarse a los nuevos cambios». Destacan que la jornada transcurrió con normalidad y que los padres «están colaborando mucho para poder retomar esta nueva normalidad».

 Poco a poco

En la escuela infantil A Tomada también apuntan que el inicio del curso fue mejor de lo que pensaban, «porque hay que ir adaptándose a la situación», explica María Aguado. Su centro fue el último en inaugurarse en la comarca el pasado mes de enero, y desde el principio, ya tenían en marcha algunas medidas que ahora se han aplicado a todas las guarderías con los protocolos covid. «Aquí todos los niños dejan su calzado y su ropa a la entrada, y se ponen unas zapatillas que utilizan solo dentro de las instalaciones», señala.

Con respecto a los juguetes, han establecido que cada día se utilizarán unos determinados para luego desinfectarlos correctamente, y cada alumno tendrá su material para evitar intercambiarlo. «Yo creo que para los niños no habrá ningún problema porque aprenden muy rápido y se adaptarán con facilidad», dice.

«Estamos notando muchísimo apoyo de los padres, y eso es muy gratificante»

Rosa Lojo confiesa que ayer hasta se emocionó un poco cuando pudo volver a abrir las puertas de su guardería después de casi seis meses cerrada. «Estamos notando muchísimo apoyo de los padres, y eso es muy gratificante. Vienen con mucho respeto, porque la situación es la que es, pero tienen una gran seguridad al dejar a sus hijos aquí, e incluso hubo muchos que nos llamaron para darnos ánimos», explica la responsable de la escuela infantil Praia Xardín.

En esta vuelta a las aulas no podían faltar las lágrimas, «porque los que son llorones iban a llorar sí o sí, pero los que ya estaban el año pasado vinieron encantados de la vida». Lojo también explica que estos alumnos más veteranos notan que han cambiado muchas cosas en las instalaciones, «y es como si tuviesen un sexto sentido y ya te miran y te preguntan antes de coger algún juguete».

 Nuevas normas

Adaptándose a las nuevas normativas, en este centro boirense ha habilitado un espacio con sus correspondientes armarios y bautizado como punto sucio, donde los niños dejan sus zapatos y abrigos antes de entrar a las instalaciones.

«Luego les lavamos las manos, y al poco rato les tomamos la temperatura, y cada vez que cambiamos de actividad o meriendan volvemos a lavarlos y a desinfectar lo que hayan tocado», enumera Rosa Lojo.