Un recorrido en un museo flotante por una ría con estrella

lucía eiras / a. p. RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

LUCÍA EIRAS

El Joaquín Vieta es escenario de visitas guiadas y actividades en grupo

29 ago 2020 . Actualizado a las 21:17 h.

Conocer el cómo y el por qué de las cosas, la gente y las labores que conforman una localidad es el hilo argumental del turismo industrial. La ría de Muros-Noia es rica en anécdotas por tener en el pasado una de las mayores concentraciones de fábricas.

Precisamente, para dar a conocer la valía de la zona, la asociación Ría da Estrela puso en marcha rutas en el balandro más antiguo de Galicia. Construido en 1916, el Joaquín Vieta sale de viernes a domingo del puerto de O Freixo en un trayecto explicativo sobre los distintos puntos emblemáticos del lugar. «É un museo flotante e facemos un turismo que bebe directamente do cultural», aclara José Antonio Marcote, encargado de comunicación de la entidad.

Hay disponibles tres rutas: un recorrido por el estuario del Tambre, centrado en los aserraderos y las carpinterías de ribera; otro de O Freixo a Noia, que pasa a su vez por la isla de A Creba, Portosín y los bancos marisqueros de Outes; y por último el que explica la historia de la pesca, sardina y salazoneras. «Faise unha ou outra dependendo das mareas, non hai outro motivo», manifiesta Marcote.

Labores de mantenimiento

Las rutas están promovidas por la Asociación Balandro Joaquín Vieta, una entidad sin ánimo de lucro formada hace más de una década. «Todas as doazóns son para o coidado do barco», asegura Pedro Arufe, presidente de la agrupación. Se lo cedió una vecina que lo iba a llevar al desguace y se terminó de reconstruir en 2010. «Estaba destinado a ter unha quinta vida», admite Teresa Couto, socia de la entidad.

Son 9 de los 40 componentes los que trabajan diariamente en el mantenimiento del barco. Los une un sentimiento de amor y respeto por el mar que los llevó a asumir un esfuerzo que no supone para ellos ningún beneficio. «O noso cometido é que a xente poida gozar da embarcación e da riqueza da ría», asegura Samuel Pena, miembro de la asociación.

LUCÍA EIRAS

En cada salida, los pasajeros van acompañados por varios socios. «Uns encárganse do motor, outros das velas, outros das explicacións. Dividimos as tarefas», expone Manuela Filgueira, participante del equipo.

Ellos mismos les explican la importancia de la zona, el funcionamiento de las mejilloneras, cómo se asentaron las industrias salazoneras y luego las conserveras y otras peculiaridades. Guías que, sin ser expertos turísticos, conocen cada lugar de la ría. «O que eu sei é o que me contaron os meus avós. Hai outros que teñen máis documentación de libros», comenta Gabriel Torres, uno de los integrantes de la entidad.

Poder conocer la historia de los pueblos es, junto con la belleza del entorno, el mayor atractivo de la visita. «La explicación es espectacular», afirma Isidora Rubio, una de las pasajeras. Era la primera vez que ella y su compañera, Ana Pío, vivían una experiencia así. «En ningún barco me habían explicado tantas cosas», manifiesta Pío. El resto de viajeros, de Madrid, comparten su opinión: «Es una experiencia muy enriquecedora».