Chipperfield se alía con el talento ribeirense

Rocío García Martínez
ROCÍO GARCÍA A ESTRADA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

La arquitecta Sofía Blanco-Santos ha colaborado en el último proyecto del británico: el Bar do Porto de Corrubedo que abrió sus puertas el día 15

22 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El arquitecto británico David Chipperfield ha confiado en la profesionalidad estradense para hacer realidad su último proyecto: la recuperación del Bar do Porto de Corrubedo. Para el proyecto de rehabilitación del histórico local ha trabajado codo a codo con la arquitecta de origen estradense Sofía Blanco-Santos y para la carpintería y el amueblamiento del local ha confiado en la firma Carpintería de Moreira.

De padre estradense y madre ribeirense, Sofía Blanco-Santos es una arquitecta joven que llega pisando fuerte. Estudió Arquitectura en Madrid, hizo un máster en Harvard, siguió formándose en Berlín y hace un par de años que ha regresado a Galicia para desarrollar su carrera. Ha empezado con buen pie. Uno de sus primeros proyectos en Galicia ha sido el de los apartamentos del cámping de Coroso, que han cosechado buenas críticas y le han el pasaporte para trabajar con Chipperfield. «El verano pasado visitó esta obra en Ribeira, le gustó y, cuando decidió restaurar el Bar do Porto de Corrubedo, quiso contar conmigo. Trabajar conjuntamente fue una experiencia muy buena. Lo hemos disfrutado mucho», explica Sofía.

Según comenta, el Bar do Porto fue el primer establecimiento de este tipo que hubo en el puerto de Corrubedo. Era un bar popular que daba comidas a pescadores y que, al principio, fue también lonja. Hace unas dos décadas cerró sus puertas. «Lo que se buscaba ahora era revivir el espíritu original, el de un bar para la gente del pueblo. Para eso recuperamos los detalles más destacables, como la fachada con carpintería en rojo, con esas pinturas tan densas y características, que eran las mismas que se usaban para los barcos», explica Sofía Blanco-Santos.

Conexión con el puerto

La premisa era la de mantener un respeto absoluto por la identidad del local y su función como punto de encuentro, una idea que se respetó en todos los aspectos: «También se mantuvo la distribución, con una mesa junto a la ventana y una ventana en guillotina que busca acentuar la relación con el mar y hacer que la conexión del bar con el puerto sea todavía mayor», comenta la arquitecta ribeirense.

«En el mobiliario interior se utilizó el mismo tipo de pintura pero en color más oscuro. La barra se cubrió de azulejos, de forma que casi recuerda la de una lonja o la de una conservera, y en la cocina se optó por el acabado original», explica Sofía. «No se buscaba hacer algo nuevo sino, a partir de los elementos originales, dar pie a que la gente del pueblo vuelva a sentirlo como propio. Incluso se han colocado en las estanterías botellas originales», indica.

Para la carpintería y el amueblamiento se contó con la empresa Carpintería de Moreira, que ya había trabajado con Blanco-Santos en el proyecto de Coroso. Según explica uno de los socios, Manuel Prieto Vigo, en el Bar do Porto de Corrubedo se utilizó madera de iroco con acabado en pintura a esmalte rojo para la carpintería exterior y marrón para el interior, con varias capas a brocha, emulando la sugerente imperfección original.