La maldición de Os Muíños

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Todos los esfuerzos para mejorar la imagen de esta céntrica plaza de Ribeira son aniquilados por actos vandálicos

08 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Como si de una maldición se tratase, la plaza de Os Muíños de Ribeira no logra abandonar ese aspecto de espacio degradado y suburbial. Da igual el empeño que se ponga en transformarla en un lugar acogedor que, por su carácter céntrico, bien pudiera convertirse en refugio para los juegos infantiles y las tertulias de los adultos. Cualquier intervención encaminada a su realce topa, inevitablemente, con la acción destructiva de los vándalos.

La última agresión incívica tuvo lugar esta semana y se ha llevado por delante el trabajo de voluntarios de la entidad ICE Renovación. Tres días ha durado el lavado de cara realizado en la zona por integrantes de la asociación, que pintaron cada uno de los elementos afeados por la acción depredadora de los espráis.

Lo cierto es que la plaza nació gafada. Durante años estuvo en tierra de nadie, sin que estuviera claro si la adecuación correspondía al erario público o a los promotores privados. La empresa que había realizado la urbanización del entorno cedió terreno para su peatonalización, pero la empresa quebró.

Demandas vecinales

Las quejas de los vecinos por las malas condiciones del lugar llevaron al Concello, en el año 2008, a hacerse cargo de la situación y a contratar a una empresa para acometer una reforma integral de la plaza de Os Muíños.

Tampoco en esta ocasión hubo suerte, porque la firma adjudicataria resultó golpeada por la crisis económica. Su quiebra dejó la actuación a medio terminar. Hubo que aguardar hasta el 2010 para la culminación de los trabajos. Todavía estaba el recinto sin inaugurar y ya comenzó a sufrir los primeros actos vandálicos. Una obra sin estrenar ofrecía ya un penoso aspecto.

Desde entonces se han realizado mejoras en el parque infantil, todo en un vano intento por conseguir que un aspecto aseado disuadiera a los amigos del rociado con espray y de romper los elementos del mobiliario urbano. De nuevo, las pintadas afean el aspecto de lo que podría ser una coqueta plaza.