«A noite antes de volver soñei que viña un furacán e non voábamos»

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro SEVILLA RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CEDIDA

La ribeirense María Flor Arestín tuvo que pasar cuatro meses en América por el covid

05 jul 2020 . Actualizado a las 20:45 h.

«A noite antes de volver soñei que viña un furacán e non voábamos», después de cuatro meses sin poder moverse de Estados Unidos, María Flor Arestín no las tenía todas consigo para regresar a su casa en Artes: «Ao principio non nos dicían nada, cambiábannos o billete continuamente». «Estivo a facer e desfacer a maleta», explica su nieta, Andrea Folgar, que tras semanas de incertidumbre y cientos de llamadas a consulados y embajadas, hace dos semanas por fin pudo viajar a Oporto para traer a su abuela de vuelta a Ribeira.

El vuelo de ida lo tomó el 29 de febrero. María Flor viajó a EE.UU. para visitar a su hermano Manuel, que desde hace más de media vida vive en Nueva York. Su salud empeoró, él le comentó que no volvería a España y ella no dudó en visitarlo en su casa en Long Island. «Ía para botar 26 días, pero alongouse un pouco», explica entre risas. La propagación de la pandemia del covid-19 motivó que Donald Trump cerrara las fronteras de su país a España. En Ribeira, su familia creyó que no volverían a verla hasta pasado el verano.

«Estábamos nós máis nerviosas que ela, que era quen nos daba calma. Nós xa non sabíamos a quen chamar», explica su nieta, quien movió cielo y tierra por María Flor. «Fomos nós quen lle dixemos que fora alá e quen lle compramos os billetes. Sentímonos culpables», explica ahora entre risas Andrea. «Eu estaba moi ben alá, moi ben, pero aquí estou cos meus», asegura la ribeirense, que ahora pasa la cuarentena de 15 días en casa. Explica que ya es la tercera, la primera la pasó en Estados Unidos cuando comenzó el brote, la segunda antes de llegar y ahora le toca esta.

La salud

Aunque la visita no saliera como esperaba, a pesar de que solo pudo ejercer de turista un par de veces por Manhattan y por el barrio de Queens, explica que el viaje mereció la pena. Pudo pasar tiempo con su hermano. «Durante os catro meses que estiven alí non lle fixo falta ir ao médico unha soa vez», explica, a la vez que cuenta que él no quería que volviera a España: «Mañá [por este viernes] era seu aniversario e quería que o pasara con el».

A pesar del tortuoso viaje, María Flor ya piensa en la próxima salida. «A miña cuñada xa me dixo que fora ata alá para o Nadal», afirma, aunque su nieta replica entre risas: «Eu penso que desta vez é mellor esperar». El bono que les dio Iberia habrá que guardarlo durante una temporada, por lo menos hasta que la pandemia sea cosa del pasado.

«Ao principio estaba nerviosa por como estaba a situación en España. Alá tamén houbo unha subida terrible, pero os meus familiares ían a traballar, os rapaces, aínda que estudan, tamén. A vida de América é así», cuenta María Flor Arestín, que asegura que el avión en el que volvieron era una lata de sardinas: «Había moita xente, todos coas máscaras, pero ao final viñemos todos pegados». A pesar del riesgo, todo fuera por regresar a casa.