«Desde que cerró el centro de día, nuestro nivel de agotamiento es enorme»

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Junto a su marido, ha tenido que compaginar el trabajo con el cuidado de sus suegros a tiempo completo

07 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Si trabajar, atender a la familia y la casa supone ya un esfuerzo considerable, todavía lo es más cuando hay que sacar fuerzas de donde sea para cuidar a dos personas dependientes a las que debes tener vigiladas las 24 horas del día. Muchas familias de la comarca de Barbanza, como la de Susana Figueirido y su marido, saben muy bien lo que es vivir esta situación, que la crisis sanitaria del coronavirus ha venido a agravar.

En julio se cumplirán cuatro años desde que se tuvieron que hacer cargo de los padres de él, dejando su piso en el centro de Ribeira y trasladándose a la vivienda de sus suegros en Aguiño. Como ambos trabajaban, se vieron obligados a contratar a una persona para que les ayudase a asearlos y prepararlos por las mañanas, antes de enviarlos al centro de día de A Pobra, donde finalmente consiguieron plaza en el 2018.

El estado de alarma por la pandemia del coronavirus obligó a cerrar estas instalaciones de la Xunta y a confinar a los usuarios en sus viviendas, donde sus familias tienen que hacerse cargo de ellos a tiempo completo. «Desde que cerró el centro de día, nuestro nivel de agotamiento es enorme, ya que el deterioro de los dos se va acentuando más con el paso del tiempo, y hay veces que cuesta llegar al final del día», confiesa Susana. Ella ha tenido que optar por el trabajo on-line para poder aminorar los gastos inevitables y permanentes que hay que seguir pagando.

Además, durante las semanas más duras del confinamiento -y aún ahora- era la única que salía de casa para ir a trabajar, realizar la compra, acudir a la farmacia y a hacer todos los recados, mientras su marido se encargaba de cuidar de sus padres, «pero cuando tenga que incorporarse a trabajar, no sé lo que vamos a hacer», dice ella.

Hasta septiembre

La Consellería de Política Social anunciaba hace unos días que los centros de días no abrirán sus puertas hasta septiembre, aunque realmente no estarán a pleno funcionamiento hasta mediados de octubre. «Tal y como están las cosas, no sabemos si regresarán, porque dicen que habrá un rebrote y ellos son personas de riesgo», apunta la ribeirense. Están pendientes de una evaluación para su suegra con el fin de poder conseguir más facilidades pero, debido a la situación actual, todo está parado o va más lento y no se sabe cuándo podrán realizársela.

Mientras tanto, van apañándoselas como pueden, «y por lo menos con el dinero que destinábamos al centro de día, podemos pagar a la chica que nos ayuda por las mañanas». Después de ponerse en contacto con el departamento de Servizos Sociais de Ribeira, por fin consiguieron ver un poco de luz. «Me acaban de llamar y nos conceden unas horas gratuitas del servicio de ayuda en el hogar», explica aliviada, y se siente muy agradecida por el trato recibido en este servicio y las gestiones que ha efectuado el personal municipal.

También habían solicitado plaza en el programa Respiro Familiar para poder ocuparse de otras cosas que necesitan su atención, y «desconectar un poco», pero con esta situación no saben si será posible. De momento, prefieren pensar en el día a día, y «con la ayuda de Dios, tener fuerzas y salud para seguir atendiéndolos. Cuando acabe esta ayuda temporal, ya se verá».