Barbanza: Daños colaterales
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O vación en las Olimpiadas de Roma de 1960 a un corredor descalzo etíope que gana la Maratón en la Ciudad Eterna. En el recorrido, Abebe Bikila pasó por delante del obelisco de Axum, que robaron a Etiopía en la guerra italo-abisinia y Mussolini se llevó para Roma. Cuatro años después, en la Olimpiada de Tokio, esta vez con zapatillas, volvió a ganar el Maratón
Años antes, el Rey de Inglaterra aplaude, como todo el Estadio Olímpico, a la Locomotora, el corredor de fondo checo Emil Zatopek, deportista más destacado de los Juegos Olímpicos de Londres de 1948. Su táctica y estrategia era correr, correr y correr, con un estilo poco ortodoxo, moviendo la cabeza con espasmos, de una forma que parecía que se iba a derrumbar.
Con estos ejemplos de deportistas salidos de la nada, sin medio alguno, solo con sus cuerpos y la voluntad que los llevó a lo más alto, llegamos al estado actual, donde miles de profesionales del deporte están confinados en casa, pensando en un futuro desolador a corto plazo en trabajos tan importantes para nuestra sociedad.
Los hábitos de deporte, y hablo del deporte base, tienen una consecuencia brutal en la salud de la población y en el recorte de gastos en una Sanidad diezmada. Al efecto físico, psíquico y emocional que sufren nuestros pequeños se unen la falta de movimiento y de actividad física, importantísima en esa edad, junto con la psicomotricidad y otros parámetros. Lo necesitan para su regulación, porque el sistema nervioso central se está desarrollando y los estímulos que proporcionan posibilidades de aprendizaje y adquisición de habilidades necesitan fundamentalmente del movimiento y la interacción. Es algo natural: están hechos para moverse.
Quiero por ello, desearles a los profesionales de la Educación Física, que les den la ayuda y el apoyo necesario en estos meses negros que pronto serán un mal recuerdo, más pronto que tarde nos volverán a ayudar y volverán a ayudar a nuestros pequeños a ganar lo ya perdido. Antonio Lijó. Ribeira.
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