El chorro de voz que brotó en el encierro

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

cedida

Nunca había cantado en público, pero ahora es un aplaudido artista de balcón

21 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La música siempre fue una de las grandes pasiones de Michael Jota Rey, pero saciaba su hambre sonora cantando en el coche. Cuando comenzó el encierro y tuvo que prescindir de esos animados trayectos, se arrancó a salir al balcón de su piso, en la plaza de la Mancomunidade boirense, y tal fue el éxito que alcanzaron sus improvisados conciertos, tanto en directo como a través de las redes sociales, que aún el pasado lunes se animó a satisfacer las peticiones de sus seguidores. Tiene intención de protagonizar alguna actuación más. Hasta siente pena al ver que el regreso de la normalidad pondrá fin a su faceta de artista de balcón.

El boirense no duda en hacer un balance muy positivo del período de confinamiento: «Nunca antes me sentira tan valorado, e o cariño que recibín da xente fíxome medrar como persoa». No sabe cómo ni por qué, una tarde, al principio de la cuarentena, salió a cantar al balcón y ya no pudo parar. Hasta compró un equipo de música mejor, animado por la reacción de su público. Sonoros aplausos, vecinos pidiendo canciones y móviles en modo linterna al anochecer constituyeron la gran recompensa que Jota Rey obtuvo por su desinteresado trabajo: «Un dos momentos máis emotivos foi cando recibín unha mensaxe dunha veciña que me dicía que súa nai, de 83 anos, estaba preguntando cando ía saír outra vez o cantante».

Nunca olvidará la emoción que, a golpe de conocidos temas, logró despertar en sus vecinos: «Sei desde moi neno o que é perder a alguén, e vexo a vida doutra forma. Para min ese agradecemento que me amosou a xente é o máis importante». Son muchos los momentos que ya forman parte de su álbum mental de recuerdos y muchos los que guarda en forma de vídeos: «Foi moi especial cantar rancheiras con Luisa e Ramona, veciñas ás que non coñecía de nada, ou ver incluso a persoas chorando. Eu nunca poderei esquecer o que vivín ao longo do confinamento».

Amplio abanico de estilos

Tan seguro de sí mismo estaba pese a haber empezado a cantar prácticamente de cero, que Michael Jota se atrevió con casi todo. Nino Bravo, Pucho Boedo, canciones de salsa, Elvis Presley, U2 e incluso ópera: «Musicalmente gústame todo, así que case me poden pedir calquera tema, que me arranco sen problema. Meus irmáns sempre cantaron, e póñenme a proba, pero eu lánzome sen medo, porque non son profesional, só o fago por diversión, así que non teño medo a desafinar ou a pronunciar mal en inglés».

Con directos a través de las redes sociales, quiso también aportar su grano de arena a una causa solidaria, la campaña de recaudación de fondos que está llevando a cabo el disyóquey rianxeiro Bruno Muñiz: «El si que merece unha mención especial, porque co traballo que está facendo para reunir diñeiro para a loita contra o coronavirus demostra ter un gran corazón». También hace referencia al portal de Facebook Cidade de Boiro, con el que consiguió que sus directos llegaran a miles de personas.

Con el inicio de la desescalada, la voz de Jota Rey se fue apagando: «Agora a xente bótase á rúa coma nunca antes o fixera, e xa non necesita tanto esa animación, porque ten máis alternativas». Por eso, el lunes anunció que la de esa noche sería su última actuación: «Si que o dixen, pero a reacción dos veciños foi tan boa que igual me animo a seguir. Había persoas que estaban paseando e incluso se pararon para escoitarme, o que me dá forzas para repetir».

Las emociones vividas durante el confinamiento ocuparán para siempre un lugar especial en el corazón de este boirense que, por otra parte, está deseando disfrutar nuevamente de otra de sus grandes pasiones, el baile. Desde hace un par de años, dedica parte de su tiempo libre a impartir clases de bailes latinos: «É o que máis boto en falta esta tempada. Teño moitas ganas de reunirme de novo cos alumnos e bailar para compensar a perda de non saír ao balcón a actuar. Bailar e cantar reconfortan, hai que facelo sempre, aínda que sexa mal».