María Rosa Cores: «Os que estivemos traballando todo o tempo pasámolo mal»

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Su negocio abrió en el Campo de Arriba hace 39 años y ella pone todo su empeño en que continúe funcionando

19 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el pasado 14 de marzo, y durante toda la pandemia, se ha hablado largo y tendido de servicios que han continuado funcionando porque son esenciales para la población. Conserveras, supermercados, transportistas, agricultores, ganaderos y pescadores no se han detenido ni un minuto para que a la población no le faltase de nada. Pero, más allá de la alimentación, hay otras actividades que también son importantes y que tampoco se han parado ante el avance del coronavirus, desafiando al contagio no sin cierto temor. Es el caso de María Rosa Cores, que está al frente del quiosco situado en el Campo de Arriba de Rianxo: «Os que estivemos traballando todo o tempo pasámolo mal, a xente non é moi consciente, pero debería agradecelo».

Las puertas de su pequeño quiosco han permanecido abiertas todo el tiempo para suministrar a sus clientes información y entretenimiento, dos elementos fundamentales para sobrellevar el largo confinamiento al que ha obligado la pandemia: «Pasatempos, pipas e o xornal, é o que máis se vendeu, é o que merca todo o mundo estes días». Mientras cuenta su experiencia, despacha la prensa a un par de hombres: «Como os bares están pechados, moita xente que antes non o compraba vén buscar o periódico».

Casos cercanos

Entre cliente y cliente explica por qué lo ha pasado tan mal en las últimas semanas: «Pasei días nerviosa e angustiada porque non sabías o que era o virus, ninguén o sabía, e falábase de que había casos por aquí».

A estas alturas, todo el mundo está familiarizado con el coronavirus y con las medidas de protección que deben tomarse para reducir el riesgo de contagio, pero al principio no había tanta información y María Rosa tuvo que ir adaptándose sobre la marcha, mientras acusaba el golpe económico del confinamiento: «Por Semana Santa sempre hai máis ambiente e compras máis mercancía para ter provisións. Aí quedou todo sen vender».

Sin embargo, y a pesar de lo mal que lo pasó al inicio del estado de alarma sin saber muy bien a qué se enfrentaba ni cómo podía protegerse, agradece el haber podido seguir trabajando en su quiosco: «Ao estar aquí todo o día tes moitas anécdotas. Ás veces a xente vén só porque está soa e ten ganas de falar, e eu tamén me entreteño, mentres os escoito non penso en outras cousas». Y es que escuchar a los demás le sirve para relativizar sus propios problemas: «Ves que realmente hai persoas que están moito peor ca ti».

Gratitud

Ahora ya está adaptada a la situación y al trato con los clientes detrás de una mascarilla. En un pequeño espacio rodeada de chucherías, pipas, revistas, pasatiempos y periódicos que lo ocupan absolutamente todo, saluda a los compradores habituales por su nombre y agradece que sigan acudiendo a ella todos los días en busca de la prensa o de una revista semanal.

Mantener abierto un quiosco hoy en día no es tarea sencilla, pero mientras pueda salir a flote ella continuará con la verja levantada. Hace unos años que cogió las riendas del negocio, después de que muriese José Ramón, que lo fundó hace ya 39 años, cuenta María Rosa, y aún se emociona al recordarle: «Eu quixen seguir co quiosco. Póñolle moita ilusión e intento facelo ben, pero ás veces é difícil», reconoce.