La campaña de protección de la píllara arranca con retraso por el covid-19

Marta Gómez Regenjo
M. Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Hasta esta semana no pudo realizarse el balizamiento de las playas para proteger los nuevos nidos

15 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Normalmente, a estas alturas de la primavera las playas en las que anida la píllara, como las de A Aguieira o Coroso, lucen una especie de jaulas, que se colocan para balizar y proteger los nidos de esta especie en peligro de extinción. Sin embargo, este año, la campaña de conservación se ha retrasado debido al covid-19 y hasta esta semana no ha podido iniciarse el trabajo de campo.

María Vidal, investigadora del grupo Biodiversidad Animal de la Universidade de Santiago, volvió a las playas y pudo comprobar que el confinamiento de la ciudadanía no tuvo el efecto esperado en la población de píllara. De hecho, reconoce que ella no tenía demasiadas esperanzas de que la ausencia de gente en los arenales en las últimas semanas fuera determinante para favorecer la aparición de más nidos: «A presenza humana é unha perturbación máis para a píllara, pero non a única. Isto serviunos para confirmar o que xa sabiamos: que a xente non é o único problema para a súa conservación, senón que hai moitos máis».

Tras recorrer todo el litoral de la comarca, se ha constatado que muchos nidos se han perdido en las últimas semanas arrastrados por las mareas vivas o víctimas de sus depredadores naturales, como perros y cuervos.

Personal mínimo

La tranquilidad de la que pudo disfrutar debido al confinamiento permitió que el chorlitejo patinegro nidificase en zonas que habitualmente no ocupa por la presencia de las personas, «pero os niños foron igualmente depredados, non se lles axudou tanto coma antes».

En este sentido, explica que el personal de la Consellería de Medio Ambiente ha estado trabajando durante el confinamiento, pero lo ha hecho bajo mínimos, de manera que no pudo realizarse la labor habitual de protección y seguimiento de la especie. «Fíxose un esforzo, pero a colocación das gaiolas implica a realización dun seguimento moi intensivo que non era posible. Agora estamos retomando a normalidade e xa se está empezando a balizar», explicaba María Vidal.

Sin embargo, aunque no hay demasiadas familias de píllara, en zonas como Corrubedo hay huevos a punto de eclosionar y han nacido ya algunos polluelos. Además, aunque se trata de una especie delicada y en una situación comprometida, el chorlitejo patinegro cuenta con algunas ventajas: «Pode poñer ata cinco ou seis niños nunha tempada. Neste momento está repoñendo, está volvendo a aniñar e estamos a tempo para protexelos. Maio é un mes de referencia para avaliar a poboación galega de píllara». Para que la campaña resulte bien, han tenido que moverse rápido: «Agora é un momento delicado, porque cando nazan as crías vai haber xente nas praias».